Hablar de Ronaldinho es sinónimo de magia. Pero a pesar del talento siempre quedará la duda de lo que pudo ser, y no fue.
Ronaldo de Assis Moreira mejor conocido como Ronaldinho, nació el 21 de marzo de 1980 en la ciudad de Porto Alegre, Brasil. Se crió en un entorno humilde donde su prioridad siempre estuvo entorno al balón...
A los 8 años sufrió la muerte de su padre y ante esto Roberto, su hermano, decidió abandonar el fútbol para convertirse en su manager.
Debutó el 11 de abril de 1998 en el Gremio de Porto Alegre. Su talento no paso desapercibido en el fútbol europeo y rápidamente el Paris Saint-Germain se hizo con sus servicios. Apenas dos años en el cuadro francés fueron suficientes para que Barcelona pusiera sobre la mesa 24ME y este fuera el nuevo destino de “Roni”.
Sus actuaciones poco a poco fueron enamorando a la afición blaugrana así como a los rivales. El mundo quedo a sus pies ante semejante gabeta, pegada, control y talento. En su estancia en la ciudad condal consiguió en 2005 el Balón de Oro y el FIFA World Player. En la temporada 2005-2006 logró su única Champions League.
Para la campaña 2007-2008 su rendimiento comenzó a bajar, aparentemente por las salidas nocturnas, las cuales se convirtieron en un hábito más en su vida. Ese fue el fin del binomio Ronaldinho-Barcelona y a la postre el nacimiento de una nueva leyenda...
Su siguiente destino fue el Milan. Donde sus actuaciones nunca volvieron a ser igual que antes pero a pesar de no tener el mismo nivel, en la temporada 2009-2010 fue el mejor jugador del equipo, pero no consiguió volver a la Selección brasilera esa temporada, quedando fuera de Sudáfrica 2010.
En enero del 2011, regreso a Brasil pero ahora enfundado en la playera del Flamengo. De ahí paso por Atlético Mineiro, donde logró la Copa Libertadores en 2011.
Llego a Querétaro para poner a los emplumados en la órbita del mundo, darles un protagonismo que nunca se habían imaginado y se retiro en Fluminense en 2015...
Es innegable que Ronaldinho enamoró con su magia a la gente, impactó al mundo con su calidad y acostumbró a cada aficionado que el espectáculo siempre porta una sonrisa y tiene el “10" en la espalda. La historia del fútbol lo tendrá siempre en sus páginas aunque con la idea de que pudo ser aún más grande de lo que fue.
