Por Juan Antonio Hernández
Amante del deporte no es aquel que conoce de memoria el plantel de su equipo favorito, el que se apasiona hasta la médula por él y es capaz de hacer girar su estado de ánimo según gane o pierda el club de su predilección.
Amante del deporte es aquel que vive por y para el deporte, a través de su práctica y conocimiento, coronado con el seguimiento del mismo, de forma pasional, a manera de espectáculo.
Amante del deporte es quien, a través de esta disciplina física y mental, se entrena día a día para enfrentar la vida misma, su trabajo, su familia, sus estudios y sus relaciones personales.
La afición por el deporte no es un gusto, es una devoción. Como aquel que se dice ser religioso y empeña su vida en rezar y leer las sagradas escrituras. Es mantenerse activo y comprometido con enriquecer su cuerpo y mente, creándose metas de superación, analizando sus avances y debilidades.
Amar el deporte es estar convencido de que su práctica es una disciplina llena de gusto y pasión, no de sufrimiento.
El amor al deporte es una cultura descubierta y fomentada por los antiguos griegos, quienes aseveraban que “mente sana en cuerpo sano”. El tiempo dedicado a la activación física es la mejor inversión del mismo que cualquier ser humano pueda realizar, brinda los mejores dividendos cuando la vida se agota por causas naturales. La vida recompensa esa inversión de tiempo en una mejor calidad de vida llegada la edad adulta.
Nuestro país es, ahora mismo, víctima del sedentarismo, más en esta pandemia. Activar a nuestra sociedad será la mejor inversión que puedan hacer nuestros gobiernos.
Ciudadanos amantes de la práctica deportiva serán más disciplinados, gozarán de mejor salud, de paz mental y fortaleza de superación.
