Héctor de Jesús Hernández y Bertha Tulia Posada son dos abuelitos que viven en un albergue en Colombia, donde se conocieron durante la pandemia de Covid-19, se enamoraron y ahora son marido y mujer.
Héctor tiene 72 años y durante la emergencia sanitaria llegó a vivir a la Comuna 13 en Medellín, cuando casi había perdido la vista por completo; sin embargo, los médicos del albergue le ayudaron a recuperar un poco de su visión.
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Por su parte, Bertha, de 70 años, fue la encargada de cuidarlo cuando llegó casi ciego a la comuna y estuvo presente durante su recuperación. De ahí surgió el amor entre ellos en la época de la pandemia.
Ambos abuelitos decidieron casarse en el albergue donde se conocieron, cuyos pasillos han sido testigos del amor que se tienen, además consideran como su familia al resto de los adultos mayores que viven ahí.
Bertha comentó en una entrevista para un medio de Colombia que desde que vio a su novio llegar a la comuna se enamoró de él. “Ese día dije qué belleza de hombre, ¿será que es para mí?”, relata la abuelita.
Héctor Hernández y Berta Posada se conocieron en la Colonia Belencito durante pandemia, fue amor a primera vista. Él llegó con problemas de visión y Berta lo cuidó hasta que se mejoró. Su amor día a día fue aumentando hasta que él le propuso matrimonio. Qué vivan a los novios. 👏🏼 pic.twitter.com/pOvCTH4erL
— Daniel Quintero Calle (@QuinteroCalle) September 18, 2021
“No vamos a estar juntos hasta viejitos, sino desde viejitos”, dijo ella entre risas mientras contaba los días que faltaban para la boda, a la que llegó vestida de blanco “y escuchando la marcha nupcial”.
Héctor también aseguró que se enamoró de inmediato de Bertha, y cuando se recuperó de la cirugía de la vista comenzó a enamorarla con detalles.
Yo me enamoré a la primera mirada y decidí darme otra oportunidad, porque ella me inspira confianza y me gusta como me trata.
La pandemia no impidió que los abuelitos de Colombia se enamoraran
Héctor llevaba 15 años en soledad luego de separarse de su primera esposa, con la que tuvo dos hijos y de la que prefiere no hablar en presencia de Bertha.
Relató que todo su vida fue camionero hasta que lo despidieron, por lo que tuvo que empezar a trabajar en un taller de autos, pero una chispa le cayó en los ojos y casi lo dejó ciego, así que sin muchas esperanzas se tiró a la indigencia, hasta que llegó a la comuna durante la pandemia, donde encontró una nueva oportunidad.
Mientras tanto, Bertha nunca se casó ni tuvo hijos, dedicó su vida a trabajar en casas de familias y no tenía tiempo para el amor.
“Muchos hombres llegaron y oportunidades tuve, pero a ninguno le creí los cuentos”, dice. Pero cuando conoció a Héctor todo cambió y se dio cuenta que había valido la pena la espera en el amor.
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