La vida detrás de la basura: Geraldine Aragón

En el bordo de Xochiaca se tiran al menos mil 200 de toneladas de basura por día, en ese lugar una pareja vive de los desperdicios de los demás.

Escrito por: Geraldine Aragón
Geraldine Aragón

Al entrar al bordo de Xochiaca se ve a lo lejos un llano con colores grisáceos y torbellinos de tierra con un acumulado de basura. Es una superficie de aproximadamente 30 hectáreas las que conforman el tiradero Neza 3 y más de 400 los pepenadores que trabajan ahí.

Platicamos con Don Carlos a quien llaman “Papá Pitufo”, él vive de la pepena desde que tenía 8 años: “Cuando era niño me acuerdo de muchas cosas de aquí del tiradero, yo quería ser feliz y venía yo a pepenar, pero con la ilusión de encontrar un juguete o algo que me gustara, al paso del tiempo empecé a ver que la basura nos retribuía algún centavito y me empezó a gustar, me empezó a gustar el dinero y aquí estoy”.

Ha pasado toda su vida entre el desperdicio, él dice que así es feliz, incluso ahí fue el lugar donde encontró a su mujer; Doña Rosa y él llevan 35 años juntos. Recogen desperdicios en unas bolsas de lona llamadas mantas dhp, plástico duro, papel blanco, botellas de vidrio, cartón, hule y polietileno para luego venderlo, reciben entre 200 o 350 pesos al día entre su esposa y él.

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En realidad entre la basura encuentran de todo, su propia casa que se encuentra dentro del basurero está construida con restos de cartón y plástico, todo lo que amuebla el interior y su cama lo encontraron entre los desperdicios. Es un cuartito de tres por cuatro metros, donde no se puede pedir limpieza en su interior si todo el entorno es insalubre, incluso al pasar a la cocina encontramos que tan solo es una rejilla con carbón, ahí Doña Rosa prepara su alimentos, mismos que también encuentran entre la basura.

“El peor desperdicio es lo comestible: tortillas, pan y hasta comida buena, hay veces que prueban nada más el refresco tantito y los tiran enteros y nosotros cuando se puede nos los tomamos o nos lo comemos ¿por qué no? Algún pedazo de jamón, algún pedazo de pollo o queso que está bueno, nada más se lava y se fríe y eso se come… lo que hayamos de la misma basura”.

Pueden encontrar también desde un par de zapatos hasta dinero, relojes, joyas y aparatos nuevos y sentir como que se sacan la lotería. Ellos visten de ahí y aprovechan todo lo que nosotros desperdiciamos.

Dicen ser felices en ese ambiente, quizás porque no conocen otro, pero se siente la calidez y el compañerismo entre los del gremio donde nadie se envidia nada por que nada tienen y le rinden todo su respeto a su líder que monitorea a cada grupo de pepenadores.

Hace muchos años recolectaban la basura de los domicilios y la llevaban al basurero en caballos y como hasta estos tiempos en motocicletas, pero ahora llegan al bordo por lo menos 103 camiones recolectores de basura dos veces al día, cada uno desecha ocho toneladas de residuos sólidos y los trabajadores de la basura se amontonan para hacer la primera selección; al fin y al cabo es “basura fresca”, no está tan escogida como la que lleva días, meses o años ahí botada.

Bordo de Xochiaca recibe mil 200 toneladas de basura

El bordo de Xochiaca recolecta la basura de 127 colonias pertenecientes al municipio de Nezahualcóyotl haciendo un total de casi mil 200 toneladas diarias de desechos sólidos. Una vez que los pepenadores escogieron los residuos sólidos queda la basura más contaminada que ya no puede ser reciclada, ésta se traslada con excavadoras para acumularla y compactarla en un sitio llamado “frente de tiro” ahí colocan una capa de residuos sólidos y otra de tepetate hasta llegar a un nivel de altura de aproximadamente 8 metros, ahí permanece hasta que se realice una transferencia de residuos a otro sitio que será su disposición final.

Con estos cerros de basura se han ido cerrando los basureros Neza 1 y Neza 2, pues su capacidad llegó al tope aunque el Neza 3 también está comenzando a colapsar, habrá que ver qué sucede cuando estos tiraderos no tengan más capacidad.

Creí saber a lo que me enfrentaría al conocer la vida de los pepenadores, pero algo que jamás podré olvidar es el olor tan penetrante a desperdicio, a podrido y la tierra que lastima los ojos y enrojece la piel, los perros desnutridos y sarnosos y las moscas y cucarachas que vuelan por donde sea y se te trepan. Pero sin duda, lo más impactante es esa singular forma de vivir feliz entre la basura.

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Escrito por: Geraldine Aragón

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