Al principio Emanuele tenía miedo de preguntarle al papa Francisco si su papá ateo estaba en el cielo, con nerviosismo y palabras titubeantes tomó el micrófono pero no pudo hacer la pregunta que tal vez le daría tranquilidad o simplemente una respuesta.
Al ver su reacción, el Papa le pidió que se lo dijera al oído. Cuando el niño se acercó a él lo abrazó y ambos hablaron en secreto.
Emanuele regresó a su lugar y el Papa dijo:
“Emanuele me dijo que un tiempo atrás su padre murió. Él era ateo pero bautizó a sus cuatro hijos. Era un buen hombre. Emanuele no sabe si su padre, al no ser creyente, no podría ir al cielo. El que decide quién va para el cielo es Dios”.
El octavo soberano de la Ciudad del Vaticano le dijo a los presentes:
“¿Qué creen ustedes?”. Y respondió que aunque el papá no era creyente fue capaz de bautizar a sus hijos y darles esa bondad, por lo que Dios no lo abandonó por ser una persona buena.
“Habla con tu papá, reza a tu papá. Gracias, Emanuele, por tu valentía”, concluyó.
