Sete, Francia.- Para los enólogos puristas en Francia, el vino es una forma de vida más que una simple bebida, pero en la ciudad sureña de Sete los consumidores disfrutan la bebida en todas sus presentaciones y colores.
En los restaurantes y bares de playa del complejo mediterráneo, los turistas y los residentes locales han disfrutado con las primeras dos mil botellas del chardonnay de color turquesa. Ahora Rene Le Bail, emprendedor que comercializa el vino de fabricación española, ha realizado un pedido de 600 mil botellas.
“Es 100% de uva Chardonnay infundida con pieles de uva roja. En la piel de la uva roja encuentras un pigmento natural llamado antocianinas y cuando filtras todo obtienes el vino azul, un vino azul que hemos llamado ‘Vindigo’”, dijo Rene Le Bail.
Le Bail recurrió a un viñedo en el sur de la región de Almería, en España, para buscar un vino azul que, según él, contiene aromas de cereza, frambuesa y maracuyá. No es el primero en salir de España. En 2016, la empresa española Gik desarrolló un vino con un profundo tono de zafiro, pero etiquetado en la botella como “vin bleu” no cumple con las estrictas normas francesas de etiquetado y sufrió una corta vida útil en las tiendas.
El empresario ha eludido las regulaciones con un nombre inteligente, etiquetando las botellas de 12 euros: ‘Vindigo’. Él piensa que puede vender 600 mil botellas en los próximos dos meses. Le Bail ha sido inundado con pedidos de toda Francia, Bélgica y Alemania en la página de Facebook del vino y dice que la demanda del vino se extiende hasta Rusia, el Caribe y China.
En un país donde el vino rosado fue visto durante décadas como un primo pobre del vino tinto y blanco, no todos comparten la convicción de Le Bail de que el vino azul está aquí para durar.
