“Papi, te espero en la tarde”. Fueron las últimas palabras que el minero Mario Cabriales escuchó de su hija, al despedirse como lo hacían todas las mañanas, aquel miércoles de agosto, antes dirigirse a trabajar a la mina “El Pinabete” en Sabinas, Coahuila.
Así nos narra su hermana Guadalupe Cabriales, quien junto con otros familiares, no se ha despegado de la zona de rescate en una semana.
“Mis sobrinos me dicen que es un lindo papá. Su hija siempre lo despedía en las mañanas”, agrega Guadalupe.
Afirma que desde aquel día, la joven de 16 años no ha llorado:
“Le digo yo ‘mija ¿por qué no has llorado? Descansa, llora’.
-'¿Por qué voy a llorar tía? Mi papá está vivo y voy a llorar cuando lo reciba y diciéndole: papi, te esperé".
A Mario Cabriales, de 45 años, lo describen como buen esposo y padre de familia; alegre, gustoso y trabajador, quien esa mañana acudió puntual a la mina, porque quería pagar los útiles escolares de sus dos hijos.
Mario es el menor de siete hermanos.
¿Qué pasó en la mina de Sabinas, Coahuila?
Ese miércoles 3 de agosto fue de contrastes para la familia Cabriales: a las 11 de la mañana nació Mía, nieta de Guadalupe.
La feliz abuela tenía en sus brazos a la bebé, cuando recibió la llamada en la que les avisaron que algo había pasado en la mina:
“Que hubo un accidente, pero que no sabían si era donde estaba mi hermano”, recuerda Guadalupe.
La felicidad de la familia por la llegada de Mía, se convirtió entonces en angustia.
Desde entonces no ha estado de nuevo con su nieta, aunque la ha visto en fotografías. Dice que ahora la prioridad es su hermano.
Ahora, con el fin de reforzar la extracción de #Agua de la mina, brigadistas #PIAE de #Conagua contribuyeron en materia técnica y operativa para ingresar en el pozo 4 una bomba sumergible de 150 hp con capacidad de 100 litros/segundo pic.twitter.com/WUTm3OjE2t
— Conagua (@conagua_mx) August 11, 2022
Instalados debajo de una carpa improvisada, los Cabriales no se mueven del lugar, pasando días sin dormir, soportando las altas temperaturas que azotan a Coahuila y esperando noticias de las autoridades.
El patriarca Antonio Cabriales, asegura sin dudar que si le dieran la oportunidad, entraría a buscar a su hijo y a los otros nueve mineros:
"¡Oh sí! Y aunque no fuera nada mío. Si no tuve miedo, ahorita de viejillo menos. Ahorita ya pasó el tiempo, se pueden tardar un año, pero que los saquen”.
Entre estos rostros cansados, nadie habla de Mario en tiempo pasado, porque todavía guardan la esperanza de que Mario y sus nueve compañeros estén vivos.
Hasta este jueves, continuaban las labores de extracción de agua en los pozos, apoyadas por una bomba sumergible, para tratar de reducir la inundación; mientras los ojos del país siguen puestos en esta localidad minera de Coahuila.