Ciudad de México.- La Organización Marítima Internacional (OMI) advirtió del peligro de la bioincrustación en estructuras artificiales como cascos de buques, boyas, muelles y plataformas petroleras. Un problema que en los últimos años ha impactado a la biodiversidad marina, pero también a la economía.
Y es que además de que las especies incrustadas se dispersan por todo el mundo viajando con los barcos -y por lo tanto pueden arribar a ecosistemas diferentes y convertirse en organismos invasores-, también representan gastos para la industria marítima por los daños que llegan a causar en las estructuras.
Según la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), se trata de organismos como esponjas, corales, moluscos bivalvos (ostras y mejillones), percebes, balanos y algas, entre otros, que se trasladan desde mares lejanos a nuevos ecosistemas, donde sus poblaciones prosperan al encontrar condiciones ideales de alimentación y reproducción.
Aunque existen pocos estudios sobre las especies bioincrustantes, se tiene registro de grandes daños en estructuras artificiales, lo que implica gastos millonarios para erradicar la infestación de estos organismos y evitar su dispersión.
Ante este enorme problema global, la Organización Marítima Internacional (OMI) adoptó directrices de bioincrustación en su resolución MEPC.207 (62), la cual representa un paso decisivo para reducir la transferencia de especies acuáticas invasivas por los buques.
