Como parte de las investigaciones que se realizan en torno a la aparición del Covid-19 se descubrió que en 2018 el Instituto de Virología de Wuhan, China, planeaba liberar coronavirus mejorados en murciélagos vivos y luego vacunarlos contra enfermedades que podrían saltar a los humanos.
De acuerdo con una serie de documentos filtrados y publicados por Drastic, un equipo de científicos que investigan el origen de la pandemia, China solicitó financiamiento a Estados Unidos para llevar a cabo el experimento, pero se negó al considerarlo “un riesgo para las comunidades locales”.
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Las propuestas para experimentar con los coronavirus mejorados se hicieron a la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (DARPA, por sus siglas en inglés) 18 meses antes de que aparecieran los primeros casos de Covid-19.
Según los documentos, citados por medios internacionales, los investigadores de Wuhan tenían la intención de liberar coronavirus en el aire para infectar a los murciélagos, después harían estudios para obtener información que ayudara a luchar contra enfermedades que saltan a los humanos.
Los científicos pretendían crear virus quiméricos, es decir, virus mejorados genéticamente que podrían infectar con mayor facilidad a los humanos. Además, tenían previsto mezclar cepas naturales de coronavirus de alto riesgo con variedades menos peligrosas.
En este proyecto, conocido como DEFUSE, participó Peter Daszak, presidente de EcoHealth Alliance (EHA), que de manera conjunta con el Instituto de Virología de Wuhan buscaban un financiamiento de 14 millones de dólares, que no consiguieron.
Sin embargo, quedó abierta la posibilidad de un financiamiento parcial para el proyecto, considerado por los científicos de Drastic como algo riesgoso para las comunidades locales, porque no se consideraron los peligros de mejorar el coronavirus.
Una fuente de la Organización Mundial de la Salud (OMS) explicó a un medio británico que lo más preocupante es que los investigadores de Wuhan “estaban fabricando virus quiméricos infecciosos” del síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS, por sus siglas en inglés).
Estos virus tienen una tasa de letalidad superior al 30%, lo que supone al menos un orden de magnitud más mortal que el SARS-CoV-2. Si uno de sus sustitutos receptores hiciera que el Mers se propagara de forma similar, manteniendo su letalidad, esta pandemia sería casi apocalíptica.
Mike Ryan, director ejecutivo del programa de emergencias sanitarias de la OMS, indicó hace un tiempo que para la organización es muy importante “comprender los orígenes del virus que causó la pandemia mundial”.
Precisó que hay muchas hipótesis sobre el origen del Covid-19, por lo que no se descarta nada, “todas siguen sobre la mesa”.
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