A Cada Quien Su Santo | Como agua y aceite

Marcelino, un joven lava autos, devoto de San Judas Tadeo, impide que Fausto Torres, un rico empresario, pierda la vida en un intento de asesinato. En agradecimiento, Fausto invita a Marcelino con su familia, Gudelia su madre y Marilú su hermana, a cenar a su casa, dándose cuenta de lo soberbia y ambiciosa que se ha vuelto su esposa Antonia y sus hijos Jessica y Nico. Tras ser informado por el comandante Rodríguez que su vida y la de su familia sigue en peligro, Fausto decide darles una lección llevándolos a vivir a la vecindad “San Juditas”.