BUENOS AIRES.- La bolsa y los bonos de Argentina bajaron el lunes por desarme de posiciones frente al incremento en el riesgo país y a la debilidad del peso por séptima rueda seguida, cuando el Gobierno busca destrabar otro aporte del FMI en momentos de crisis financiera a cinco semanas de las elecciones presidenciales, dijeron operadores.
En el marco de una economía recesiva, alta inflación y restricciones cambiarias, esta semana estarán en Estados Unidos el ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, y el titular del banco central, Guido Sandleris, donde buscarán un acercamiento al Fondo para reforzar las reservas de la autoridad monetaria.
La deuda soberana extrabursátil promedió un descenso del 1,2%, y el riesgo país de la banca JP. Morgan caía 63 unidades a 2.163 puntos básicos (2003 GMT), un nivel considerado como default técnico para los analistas.
La calificadora de riesgos Fitch dijo recientemente que espera que los tenedores de bonos argentinos en dólares tengan que aceptar una quita de sus inversiones bajo el plan de reestructuración.
El índice bursátil S&P Merval perdió un 3,02%, al cierre provisorio de 29.152,05 puntos, encabezado por las acciones del rubro energético, luego de caer un 1,05% el viernes y de cerrar la semana equilibrada.
El economista Aldo Abram vislumbra un sendero difícil para los próximos meses en Argentina, incluyendo un posible eendurecimiento del ‘cepo’ cambiario, virtuales problemas para cumplir con las obligaciones contraídas y una potencial dolarización desordenada, todo ocurriendo quizás antes de diciembre, dijo el centro de investigación Libertad y Progreso.
El peso bajó un 0,46%, a 56,92/56,93 por dólar con inyección de divisas por parte de los bancos oficiales, mientras que la moneda en la plaza informal avanzó un 0,8%, a 61,75/62,25 unidades y el arbitraje con el ‘contado con liquidación’ -usado para fugar capitales- promedió los 67,1 por dólar.
El BCRA licitó Letras de Liquidez ‘Leliq’ a una tasa promedio diaria del 81,781%, contra un 82,245% del viernes, dijeron operadores. La entidad persiste en la gradual reducción de rendimientos, frente a una inflación anualizada que se proyecta en torno al 55%.
