Un experto en derechos humanos de Naciones Unidas expresó alarma el martes por lo que catalogó como “escasez generalizada de alimentos y desnutrición” en Corea del Norte, una situación que empeoró por el cierre de la frontera con China de casi cinco meses y medidas estrictas de cuarentena contra el COVID-19.
Tomas Ojea Quintana, relator especial de la ONU sobre derechos humanos en la República Popular Democrática de Corea, instó al Consejo de Seguridad a “reconsiderar las sanciones que se han impuesto al país para garantizar el suministro de alimentos”.
Corea del Norte, que sufrió una hambruna a mediados de la década de 1990 que habría dejado unos 3 millones de fallecidos, es uno de los pocos países del mundo que no informa casos de COVID-19 a la Organización Mundial de la Salud.
La pandemia ha traído “serias dificultades económicas” a Corea del Norte, dijo Ojea Quintana, señalando una caída del 90% en el comercio con China en marzo y abril que condujo al desplome de los ingresos del aislado país de gobierno comunista.
Agregó que “las perspectivas de una mayor profundización de la escasez de alimentos y la inseguridad alimentaria generalizada son alarmantes”.
Más de 10 millones de personas, o el 40% de la población, necesita ayuda humanitaria, señaló. “La desnutrición ha sido persistente y generalizada, causando daños a largo plazo a la salud y el desarrollo de los niños, así como de las madres embarazadas y lactantes”.