El teléfono celular del sacerdote Francisco Javier “N” se convirtió en un elemento clave para determinar, hasta ahora, su culpabilidad en el asesinato del joven seminarista Hugo Leonardo Avendaño, ya que registros revelaron que estuvo en el lugar y momento del homicidio.
En la segunda audiencia del caso, un juez de Control consideró que el sacerdote es el autor material del asesinato, luego que el agente del Ministerio Público presentó los registros de geolocalización de los celulares del párroco y de Avendaño, quien fungía como auxiliar en su iglesia.
En ellos se demostró que el sacerdote y el joven estuvieron el pasado 11 de junio en la casa parroquial Cristo Redentor, en la alcaldía Tlalpan, desde las 23:04 horas hasta las 3:16 de la madrugada del día 12.
Además, el último mensaje que envió Leonardo la noche del 11 de junio desde ese punto, donde vivía el sacerdote, decía:“Ya llegué pa, voy a dejar el celular prendido, cualquier cosa, me llamas”.
Luego, ambos dispositivos fueron ubicados juntos por la carretera Picacho-Ajusco y llegaron a las 3:48 horas a la colonia Héroes de 1910, en la parte alta de Tlalpan, donde fue encontrado el cuerpo de Leonardo a bordo de su camioneta.
Durante la audiencia, que duró más de siete horas, la defensa del sacerdote Francisco Javier argumentó que los registros no eran suficientes para comprobar que su cliente estuvo en el lugar del asesinato.
La defensa presentó como testigos a Klared y Corina, quienes trabajan con el párroco. Comentaron que éste y Leonardo se llevaban bien.
Coincidieron en que la tarde del 11 de junio, el sacerdote les avisó que había olvidado su celular en la camioneta de Hugo Leonardo y que no lo recuperó e incluso, tras el homicidio, Francisco “N” adquirió otro.