La empresa audiovisual hispano-china, Mediapro, tiene un lado oscuro y clandestino, que se ha destapado a través de acciones claramente alejadas de la ética y que violentan las leyes en distintos sitios. Esta compañía amenaza con llegar a México y, en caso de permitírsele, no debería extrañar que atente, con sus manejos descuidados, contra un patrimonio de la sociedad mexicana: el futbol, el deporte más popular a lo largo y ancho del país.
En 2015, dicha empresa fue acusada de pagar cerca de 1.5 millones de dólares (30 millones de pesos) en sobornos, con el objetivo de obtener los derechos televisivos de los eventos clasificatorios a las Copas del Mundo de Brasil 2014, Rusia 2018 y Qatar 2022, para la región de Centroamérica y el Caribe.
Uno de los personajes puntualmente señalados en la investigación fue el español Gerard Romy, fundador de Mediapro. Al dirigente se le acusó de fraude, blanqueamiento de capital y de violación a las leyes Rico y de Chantaje Civil, así como de influencia y participación en organizaciones corruptas.
Aunque por años negó los señalamientos, las pruebas presentadas —mundialmente— en su contra obligaron a Mediapro a admitir los sobornos, aunque no lo hizo limpiamente; trató de deslindarse y usó como chivos expiatorios a tres de sus ejecutivos.
Los actos de corrupción, descubiertos desde 2015 por el Departamento de Justicia de Estados Unidos y el FBI, obligaron a Jaume Roures, CEO del grupo, a desembolsar 20 millones de euros por los delitos cometidos.
Diversos escándalos y una inocultable corrupción se han vuelto la carta de presentación de Mediapro, una empresa cuya credibilidad se ha diluido en más de un continente, gracias al empleo ilegal de grandes cantidades de dinero.
Entre las víctimas del citado grupo, están ligas de futbol de primer mundo como la italiana y la francesa; la Liga BBVA MX puede ser la siguiente, toda vez que Mediapro pretende comprar Fox Sports México. De lograr su cometido, podría haber importantes consecuencias, como una severa crisis para varios clubes y la generación de un desastre al cual los aficionados no serían ajenos.