¿Cuba libre? Para los cubanos, el más amargo de los tragos

Cuba libre es el nombre de una bebida; para los habitantes de la isla significa el más amargo de los tragos por el limitado acceso a comida y ropa.

Escrito por: Jorge Zarza
Cuba libre amargo tragos

La Habana se parece a Veracruz. Fue mi primera comparación -limitada quizá- cuando pisé por primera vez la capital de Cuba. Había estado en el puerto jarocho meses atrás y encontraba mucha similitud en clima, sabor, aromas, alegría y elegancia.

Era 1998. El entonces Papa Juan Pablo II había anunciado un viaje pastoral a Cuba y la expectativa por la reunión con Fidel Castro, además de la entrada de periodistas de Estados Unidos a la isla, mantenía en suspenso al mundo entero.

Ni Patria Ni Vida| Que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba

Recuerdo que al hacer mi equipaje metí unos seis pantalones de mezclilla que recién había comprado “para regalar”. Había escuchado infinidad de anécdotas sobre la vida en Cuba y lo limitado que estaba el acceso a cierto tipo de ropa, así que decidí llevarme equipaje de más: rastrillos, pasta de dientes, desodorantes, camisetas, playeras, camisas, todo lo que cupiera en la maleta.

Aterrizar en La Habana fue como llegar a otra época. La terminal aérea parecía una maqueta de los años setenta, perfectamente limpia, decorada con imágenes enmarcadas de los lugares representativos de la isla. Sujetada a una de las paredes de la sala de espera, la televisión -que era del tamaño de un frigobar- transmitía caricaturas para entretener a los pasajeros. Dos fotografías nos dieron la bienvenida, una con la mirada de Fidel Castro; otra, con la sonrisa del Che Guevara.

Revolotearon la ropa al momento de revisar el equipaje, pero se entretuvieron más con nuestros pasaportes, que habían pasado de mano en mano entre los oficiales uniformados que transpiraban autoridad.

Visita del Papa a Cuba, oportunidad para tener doble ración de comida

Habíamos rentado algunos vehículos para movernos durante los siguientes días. Un privilegio en un país donde la gente no acostumbra cambiar de carro, solo se tiene uno, y se conserva hasta que se muere el dueño o el carro.


El cubano de La Habana siempre tiene una opinión. Responde inteligente, argumenta, provoca simpatía y es ocurrente.

-¡Qué bueno que venga el Papa y que nunca se vaya! Me decía una señora formada en la fila para comprar azúcar.


- ¿Que nunca se vaya? Insistía.

- ¡Sí! Esta semana y la que viene nos están dando doble ración de comida. Si es así, que nunca se vaya. ¡Que se quede en Cuba! Sonreía presumiendo la camiseta nueva, con la foto del Papa y de Castro, que traía puesta.

Pasos más adelante nos encontramos otra fila -aquí hay filas para todo, incluso existen los coleros, que se dedican a hacer cola para otros- ahí nos formamos obligadamente. Habíamos llegado a Coppelia, la catedral del helado.

Fundada personalmente por Fidel Castro a mediados de los años sesenta, esta heladería tenía como objetivo competir con las mejores del mundo al contar con más de 50 sabores. Ninguna en el mundo ofrecía tal variedad. Pero después del bloqueo comercial de Estados Unidos, se vino a menos, tanto, que solo vendían dos sabores. Cuando llegamos al mostrador, uno ya se había agotado.

Es el helado más rico del mundo en el país más pobre del mundo, suelen decir quienes lo han probado.

¿Cuba libre? Es hasta ahora el nombre de una bebida. Para los cubanos es el más amargo de los tragos.

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Escrito por: Jorge Zarza

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