Hace apenas unos días un magistrado ecuatoriano firmó una solicitud de extradición contra el expresidente Rafael Correa, que desde que dejó el poder en el 2017 tomó sus maletas y voló rumbo a Bélgica. En Ecuador la justicia exige su regreso para que cumpla una pena de 8 años de prisión, bajo los cargos de corrupción y sobornos.
Los voceros del exmandatario alegan que Bruselas ya le había otorgado el asilo político y además aseguran algo que “casi nunca se había escuchado del equipo de algún político": que las acusaciones en contra de Correa son orquestadas por sus detractores, además de que por supuesto, son completamente falsas.
Desde el 2020 un tribunal ecuatoriano condenó a Correa a ocho años tras las rejas; lo encontró culpable al igual que a otros funcionarios de su gobierno, de aceptar sobornos a cambio de contratos con los que financió sus campañas políticas entre 2012 y 2016.
El expresidente Correa, quien estuvo al frente de Ecuador entre el 2007 y el 2017, respondió enérgicamente, eso sí, desde otro continente, que todas esas acusaciones de corrupción en su contra son parte de una persecución política y que detrás de ella están sus opositores; eso tampoco lo habíamos leído o escuchado antes de ningún exfuncionario, Correa quedó como un “visionario”.
El presidente de la Corte de Ecuador, Iván Saquicela, contestó que la orden de extradición se basaba en un acuerdo vigente entre Ecuador y Bélgica, sus palabras textuales fueron:
Esta es la primera vez que se solicita la extradición y, por lo tanto, es estrictamente conforme a la ley. No es posible que los actos de corrupción que resulten en el delito de cohecho se hagan pasar por algo político o por persecución política.
La cosa es que Bélgica ya otorgó el estatus de refugiado al expresidente y todo el papeleo que se aventó la Corte ecuatoriana, solo quedó en un intento que al parecer no llevará a nada; Correa, como otros expresidentes, sobre todo latinoamericanos, seguirá sin responder a sus acusaciones y cuando se digne a contestar, lo hará vía twitter, desde la comodidad de alguna residencia europea y tecleando un teléfono inteligente.

Larga la lista de expresidentes latinoamericanos acusados de corrupción
La lista de mandatarios que al terminar su ciclo en la presidencia han sido perseguidos, detenidos y hasta encarcelados es amplia. Aunque la mayoría, ha encontrado la manera de no cumplir su condena por completo.
Ahí está el peruano Alberto Fujimori, condenado a 25 años de prisión tras ser declarado culpable de participar indirectamente en dos masacres relacionadas con grupos paramilitares
El brasileño Luiz Inacio Lula da Silva fue encarcelado poco más de un año y medio, aunque su condena era de 12 años de prisión, por delitos decorrupción y blanqueo de dinero.
También por lavado de dinero al peruano Ollante Humala le echaron el guante y pasó alrededor de un año en prisión preventiva; por escuchas ilegales atraparon al panameño Ricardo Martinelli y recientemente el hondureño Juan Orlando Hernández fue extraditado a Estados Unidos, acusado de delitos de crimen organizado y tráfico de drogas.

Buscapies...
Estos son solo algunos; y por supuesto no contamos a esos a los que acusan todos los días por supuesta corrupción y traición a la patria, pero nadie se anima a extender el largo, larguísimo brazo de la ley hasta el lugar donde se encuentran... y eso que seguramente, hasta su dirección tienen.