En México la sobrecarga fiscal y la tramitología ahogan a los emprendedores y los pequeños negocios: Lizet Olivares es una microempresaria que está empezando con su negocio, platica que con mucho sacrificio y muy pocos recursos ha puesto un pequeño restaurante, que arregló a su gusto, e incluso creó todo un concepto en su local.
Sin embargo, la cantidad de trámites y lo que ha gastado para cumplirlos la están ahorcando. “Es un súper dolor de cabeza, emprender es muy bonito claro que sí, pero también tiene tantos matices malos, suele ser complicado”, señala.
Considera que tener un negocio “es un proceso sumamente cansado, de verdad nunca acabas, y al siguiente mes ya debes estar haciendo declaraciones, lo vuelve complicado, lo vuelve tortuoso”.
Tramitología y sobrecarga fiscal limitan a negocios
Para poder operar su pequeño restaurante, Lizet tuvo que tramitar el permiso de uso de suelo, el aviso de apertura del establecimiento, una licencia para poder colocar un toldo exterior, un permiso de funcionamiento, otro de salubridad de alimentos y otro de protección civil.
Y eso no fue todo, al menos tuvo que cumplir 20 requisitos más, sin olvidar la inscripción ante el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y también ante la Secretaría de Hacienda.
Estos son trámites que tardan más de 6 meses en realizarse y que pueden costar más de 5 mil pesos cada uno. “No estaba preparada para esto, para todo lo que han implicado los trámites, la paciencia, si para mí es muy difícil, en un negocio muy chiquito, como una verdulería, es el triple de difícil”, indica.
Y en efecto, el negocio de Alejandra Chávez, otra emprendedora, es una pequeña verdulería, que ella abrió con muchos menos recursos. Pero está obligada a cumplir con la misma cantidad de trámites y en consecuencia, gastar lo mismo.
“Lo que nos ha jugado en contra es el tema con Hacienda, si uno no está empapado de la información que tiene que llevar puntualmente pues sí se nos complica más, porque desconocemos. El gobierno lo que quiere es que tú te incorpores, pero cuando se vuelve engorroso, es normal que digas ‘no, mejor no, ahí le paro’, y terminas vendiendo en la informalidad”, relata.
Estos micronegocios nacen cargando la pesada loza de la tramitología, y sólo piden simplificación para poder dedicarse a hacer crecer sus negocios, lo que sería un ganar ganar para todos.
