El pasado 2 de junio, México eligió. Claudia Sheinbaum será quien encabece al país por los próximos seis años. Y tal como lo han mencionado ella, su equipo y hasta el mismo Andrés Manuel, es la primera mujer en 200 años de un México libre que será presidenta.
“No llego sola, llegamos todas, con nuestras heroínas que nos dieron patria, con nuestras ancestras, nuestras madres, nuestras hijas y nuestras nietas”, declaró Claudia Sheinbaum poco después de que se dieran a conocer los resultados de conteo rápido, como gesto a todas las mujeres de México.
Es un logro que se reconoce, sobre todo en un país en el que el machismo sigue haciendo de las suyas, y en épocas en las que la lucha feminista empieza a tener la importancia que por años ha buscado. Poco a poco las mujeres han ido teniendo más peso dentro de la política mexicana. Ya no son asistentes, suplentes ni espectadoras. Ahora son tomadoras de decisiones. Pero así como se celebra, también se reflexiona sobre lo que queremos y lo que nos depara.
¿Una presidenta realmente garantiza el fin de los problemas que sufre la mujer en México?
No solo se necesita la figura femenina en Palacio Nacional, donde seguramente vivirá y trabajará Claudia Sheinbaum, sino a una presidenta que esté capacitada y comprometida a terminar con la violencia hacia las mujeres en México.
¿Primer caballero? ¿Qué título recibirá el esposo de la próxima presidenta en México?
Ella sabe lo complicado que es desenvolverse en un “mundo de hombres”, pues fue la primera estudiante de la UNAM en ser Doctora en Energía, y también fue la primera alcaldesa de Tlalpan. Y ahora será la primera presidenta.
Y aunque ya logró darse a conocer, ser votada y mandar en la capital de un país machista, su relación con los movimientos feministas no ha sido buena. Durante su gestión como Jefa de Gobierno fue testigo de protestas en relación con feminicidios, o violencia contra las mujeres, y el trato a las participantes de las marchas por parte de los cuerpos policiales ha dejado mucho qué desear entre encapsulamientos, intimidaciones y revictimizaciones, de acuerdo con decenas de colectivas feministas, cada año.
Ahora, con un poder no visto en al menos 30 años, pues Morena acapara Cámaras, alcaldías y estados, Claudia tiene la oportunidad de hacer historia para bien, de voltear a ver a las tantas y tantas mujeres que desde sus hogares hasta sus lugares de trabajo o estudio sufren todo tipo de violencia y discriminación día con día, y poder poner fin a una loza que por siglos hemos cargado.
¿Será que la transformación se una a la lucha?
