Por: Darwin Téllez
Al oriente del Estado de Yucatán, a 160 km de la ciudad de Mérida, la ciudad de Valladolid fue el marco para levantamientos y batallas entre conquistadores y conquistados, mayas y españoles para ser exactos.
El 23 de mayo de 1543 el conquistador español Francisco de Montejo instauró en la zona una villa a la que nombró Valladolid, en honor a la ciudad de la que él provenía.
Caminar por esas calles es viajar al pasado.
Considerado uno de los pueblos mágicos más bellos de todo el territorio nacional, Valladolid cuenta con grandes atractivos turísticos, como la Calzada de los Monjes, con casas coloniales de colores, o el convento Franciscano de San Bernardino que contiene figuras religiosas de más de 400 años.
“Si hay algo que caracteriza a Valladolid es la conservación de todo el entorno colonial”
Así mismo la iglesia de san Gervasio es una parada obligada, pues es una de las pocas en el mundo que mira hacia al norte y que además, aún cuenta con los cañones que sirvieron para reconquistar la ciudad en 1848, en plena guerra de castas.
En Valladolid la espiritualidad se puede convertir en agua con sus maravillosos cenotes, o bien a través de la comida: relleno negro, pibihuas de cochinita pibil, lomitos, puchero, poc chuc o ceviche oriental.
“Algo que nosotros hemos buscado es el reconocimiento de Valladolid como capital de la gastronomía yucateca” nos comentó Alfredo Fernández Arceo, alcalde de esta ciudad quién nos contó cómo la miel, juega un papel muy importante en la localidad: “Valladolid es nombrada como la Capital Mundial de la miel por su calidad y por la cantidad que se da en la zona”.
Es por todo esto que Valladolid es considerada como una de las ciudades más bellas de nuestro país, una estampa viva del esplendor de nuestro mágico México.
