Por Eduardo Ruiz.
La vida te puede cambiar en un minuto y la adaptación a tan abrupta modificación no siempre trae como resultado una mejor versión de la persona. En esta historia si hay un antes y un después en la vida de Alex Smith.
A cualquier deportista de alto rendimiento dejar la práctica que durante las 3/4 partes de su vida han realizado conlleva un fuerte golpe; no poderla realizar en su totalidad deja una marca.
Eso parecía ser el desenlace del profesionalismo y el cambio de vida de Alex Smith después de la lesión el 18 de noviembre del 2018.
Tras reconocer que la sepsis (infección bacteriana en el torrente sanguíneo) a causas de la lesión en el emparrillado por poco lo priva de ver nuevamente a su familia; su carrera en la NFL pasaba a tercer o cuarto plano.
Primero era que cediera la infección, después evitar la amputación de su pierna, recuperar su vida como la conocía y dejar de usar muletas... la NFL quedaba a distancia.
El panorama conforme avanzaba su recuperación era alentador después de 17 cirugías, cuatro hospitalizaciones y 9 meses de someterse al estrés que provoca estar en un hospital.
El centro médico militar de San Antonio se convertiría en su santuario, y a la postre en el medio, en que toda su vida cobraría un nuevo sentido. Caminar, reír, hacer de su voluntad su socio en la generación de endorfinas y aprender de nuevo a valorar algo tan natural que damos todos por sentado, provoco que de ahí saliera un Alex Smith, caminando pero sobre todo; distinto.
Estar de vuelta, activo, en la NFL es un regalo inesperado pero sobre todo poder ver tan amargo proceso de autoconocimiento a la distancia es invaluable.
