Las guitarras de Paracho: símbolo musical de México

El letrero “Bienvenidos a Paracho”, te recibe una guitarra monumental donde la gente se toma fotos a distancia simulando que tiene la guitarra en sus manos

Escrito por: Jorge Zarza
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Aprendí a tocar la guitarra cuando tenía siete años, seguramente porque mis papás vieron en mí algún destello de habilidad con ese instrumento musical. Tomé clases durante toda la primaria en mi natal Cuernavaca. Recuerdo que era muy morboso ver al “niño de la guitarra” -la guitarra estaba mas grande que yo- y siempre tocaba canciones en cualquier reunión familiar.

Recuerdo dos anécdotas que sintetizan esa etapa: una, cuando un chofer del camión no me cobró pensando que yo iba a subirme a cantarle a los pasajeros, cosa que hice y me llené los bolsillos de monedas; y dos, cuando ensayaba en mi cuarto las rolas de José José y mi mamá me interrumpía tamboreándome la puerta y gritando “esas canciones no son propias de tu edad”.

Cuando se habla de guitarras, irremediablemente uno piensa en las de Paracho. Quizá porque es de los pocos lugares en el mundo en donde aún existe la tradición de fabricarlas a mano, lo cual hace que la guitarra emita sonidos mucho más potentes y nítidos debido al tratamieno de la madera o a una fórmula secreta.

Paracho es un municipio michoacano que nació con vocación laudera. Aquí, 9 de cada 10 comercios venden guitarras, incluso en lugar del típico letrero de “Bienvenidos a Paracho”, te recibe una guitarra monumental en donde la gente se toma fotografías a distancia simulando que tiene la guitarra en sus manos.

El equipo élite de Fuerza Informativa Azteca, integrado por Ricardo Ruiz, Esteban Sanchez y Carlos Olaf, se dio a la tarea de localizar a Carlos Piña, el último de los lauderos vivos que aún conserva la técnica para hacer la verdadera guitarra de Paracho, porque tristemente hay muchas copias por todos lados.

Para distinguirla, hay que hablar del tiempo y del dinero. El proceso de elaboración de una Guitarra de Paracho podría llevarse hasta medio año. Y del precio… podría rebasar los 10 mil dólares.

De todo eso nos enterábamos mientras nos servían unos tacos de carnitas en el mercado, al lado de la Catedral antes de llegar al local, que en realidad es la casa de Carlos Piña, a quien sorprendimos cubeta en mano salpicando agua a la banqueta para asentar el polvo.

Una melodía de cuerdas ambientó nuestra llegada, parecía un disco a todo volumen, pero no, era la nieta de Carlos Piña que ensayaba en el patio.

Me invitó a sentarme para acompañarla a tocar, así que tomé la pesada guitarra y empecé a seguirla con algunos acordes que hacia años no practicaba.

Ahí fue donde Ricardo Ruiz aprovechó para grabarme con su celular y luego chantajearme con divulgar el video.

La guitarra de Paracho tiene que hacerse a mano de principio a fin porque solo así se logra la acústica que tanto gusta a los más exigentes intérpretes.

Hay que asomarse por el hueco que está en el cuerpo de la guitarra para descubrir la etiqueta con el nombre del laudero, la fecha y el taller en donde se fabricó.

Don Carlos Piña perdió el oído al paso de los años, pero eso no ha sido impedimento para que sus manos deslicen la lija sobre la madera, incluso, se da tiempo para enseñar a distancia a los jóvenes lauderos de Michoacán.

Es más, quizá le sorprenda saber que Don Carlos Piña, ni siquiera sabe tocar la guitarra.

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Escrito por: Jorge Zarza

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