La revolución que nos llevó a un smartphone

Hoy tenemos smartphones con al menos una decena de sensores, conexión de alta velocidad y otros avances que le abren una infinidad de posibilidades a los desarrolladores de apps.

Escrito por: Azteca Noticias
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¿Te has dado cuenta de la forma en la que el celular ha sustituido a innumerables aparatos y/o herramientas?

Los teléfonos públicos, el correo postal, el telégrafo, las cámaras fotográficas y de video, las grabadoras de audio, los relojes, los cronómetros, los mapas, las brújulas, los navegadores GPS, los reproductores de música, y una lista kilométrica que sigue y sigue… todos estos dispositivos se han ido sumando a las víctimas del poderoso smartphone.

Paradójicamente, a medida que fue adquiriendo nuevas capacidades, el tamaño de nuestro smartphone se fue reduciendo hasta ser tan pequeño y liviano como una libreta. Su evolución comenzó en la década de los 80, cuando nació como un “ladrillo” de casi un kilo y apenas una función: llamadas telefónicas.

Además su alto costo lo hacía inaccesible para la mayoría de las personas. Con las primeras tres generaciones de tecnología móvil vinieron avances en la calidad de las llamadas y se introdujeron los mensajes de texto. También se desarrollaron la conexión inalámbrica por bluetooth y varias mejoras importantes en las baterías. Las pantallas pasaron de ser displays en un solo tono (negro) a incluir imágenes a todo color cada vez con mejor definición.

Los primeros experimentos de teléfonos inteligentes, es decir, los aparatos que mezclan las capacidades de un teléfono con las de una computadora surgieron desde finales de los años 90. Entre el mercado ejecutivo, se popularizó el uso de PDA, un teléfono que permitía enviar y recibir correo electrónico y fax.

A principios de la década del año 2000, con base en las mejoras en la calidad de las pantallas y de la transmisión de datos, entraron al mercado los teléfonos con cámara fotográfica, un avance que dio un fuerte impulso a la telefonía móvil y que dio nacimiento al fenómeno selfie.

La aparición del primer iPhone, en 2007, dio un giro tremendo a la evolución de las comunicaciones y, podríamos decir, a la historia de la humanidad. Con un precio de $499 dólares, el primero de los modelos ponía al alcance de muchas personas un aparato con pantalla táctil, conexión permanente a internet y un sistema operativo muy amigable basado en aplicaciones.

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Pronto se fueron sumando competidores que elevaron el nivel de las innovaciones y se fueron sumando capacidades al smartphone. Es quizás en este punto que se comió a la mayor cantidad de herramientas para hacerse indispensable en nuestras vidas.

Hoy tenemos teléfonos con al menos una decena de sensores, conexión de alta velocidad y otros avances que le abren una infinidad de posibilidades a los desarrolladores de aplicaciones. ¿Cuál es el próximo paso? Hoy, las aplicaciones empiezan a experimentar el mismo fenómeno que el celular pues aglutinan más y más funciones.

Ahora es posible hacer pagos, comprar, pedir taxis, ordenar comida y solicitar hasta un millón de servicios desde una sola aplicación. La tendencia es que las apps funcionen como sistemas operativos en sí para que puedas realizar cualquier operación sin necesidad de salir de ella.

Estas súperapps, como se les ha llamado, ya han revolucionado la forma de vida de millones de personas en Asia, región que lleva la batuta en innovación digital, y ya empiezan a surgir grandes proyectos en América Latina.

Vamos a pasos agigantados y es casi seguro que en una década veremos una revolución digital que ya ha comenzado.

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