“Tras esta lesión, no creo que pueda volver al cien por cien en mi carrera”. Esas fueron las lapidarias palabras que causaron ruido en todos los aficionados a LeBron James, a los LA Lakers y de la NBA. Apenas el viernes anterior, el “Rey” regreso de una ausencia de 20 partidos desde el 20 de marzo (el mayor tiempo que se ha perdido por lesiones en su legendaria carrera) tras sufrir un fuerte esguince en el tobillo derecho.
“Para ser mi primer partido en seis semanas, me sentí bien. En cuanto a mi tobillo, a veces estaba un poco presionado, obviamente, pero salí ileso y bastante bien. Así que es un buen comienzo”, dijo la estrella de los Lakers luego de fallar el triple ganador el viernes en la derrota ante a Sacramento.
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Hablamos de uno de los jugadores más resistentes en la historia de las duelas. 18 temporadas y 1307 partidos disputados, simplemente impresionante para alguien cuyo físico sigue siendo imponente a sus 36 años. Hablamos de un basquetbolista 100% comprometido con su profesión y con su físico, de esos llamados de la nueva “cámada” de grandes atletas que extienden sus carreras exitosamente apoyados en la medicina deportiva.
Pero bien dicen que el tiempo no perdona y es el peor enemigo de los deportistas. Así se puede leer las palabras expresadas por LeBron hace unos días por la acumulación de dolencias, problemas físicos y cansancio en todos estos años. No esperemos ver a aquel James que dominó en aquellos campeonatos de Miami (2012 y 2013) y Cleveland (2016), pero aun así a uno mejor que el promedio de basquetbolistas en la NBA, uno que siga aportando puntos, rebotes y asistencias, que te cambie los esquemas del contrario y con su gran inteligencia en la duela, pueda hacer diferencia en una postemporada.