Desde que llegó a la liga en 2012 lucía y destacaba por su inteligencia, habilidad, calma, temperamento, brazo fuerte y fino, espíritu competitivo, liderazgo y compañerismo. No es exageración, si parece el quarterback perfecto es porque sí lo era. Nadie se proyectaba a ser una súper estrella tanto como Andrew Luck, quizá desde el mismo Peyton Manning.
Sus primeras cuatro temporadas fueron eso, realidad de lo que se esperaba de él, un talentoso, un diferente que en cualquier momento daría el salto y heredaría a Brady y Manning como el mejor QB de la Conferencia Americana. Sin embargo, junto con sus años en la liga, también aumentaban los golpes recibidos y sus lesiones, se pasó todo el 2017 sin jugar poniendo en duda y riesgo su carrera.
A 15 días del inicio de la temporada, Luck se retiró, decidió no ir más. Millonario en sus 30’s y con muchas lesiones decidió que no valía la pena arriesgar su futuro por un Super Bowl porque, ya decía él, le costaba hasta orinar. No lo valía. Decisión plausible, sensata y cerebral, digna de un tipo egresado de la Universidad de Stanford.
Se le puede aplaudir o criticar, ahí hay diferencias, en lo que todos estamos de acuerdo es que nos quedamos con ganas, muchas ganas de ver más a Andrew Luck.
Por: Pedro Domínguez
REVIVE UNA GRAN ACTUACIÓN DE ANDREW LUCK: