Venezuela vive un momento crítico. Estados Unidos elevó su presión contra el dictador Nicolás Maduro y su círculo cercano, al señalarlos como responsables de manejar un cártel de drogas y crimen organizado desde el mismo aparato estatal.

Maduro, conocido como el “presidente obrero” y antes un chofer de autobús, ahora afronta graves señalamientos. Es acusado directamente por el Departamento de Estado de la Unión Americana de liderar el “Cártel de los Soles”, una red involucrada en tráfico de cocaína, secuestros y lavado de dinero.

Según fiscales de Nueva York, esta organización criminal tiene impactos directos en la seguridad de Estados Unidos al inundar las calles con drogas, e incluso en Florida, algunas víctimas lo señalan por secuestro.

No está solo en esta acusación. Diosdado Cabello, su mano derecha, ministro del Interior y expresidente de la Asamblea Nacional, ha sido señalado en varias ocasiones por vínculos con el narcotráfico. Asimismo, los hermanos Rodríguez; Delsi, vicepresidenta, y Jorge, presidente del Parlamento usan su poder político para proteger a esta red criminal.

En la imagen también aparecen los llamados “narcosobrinos”, familiares de la esposa de Maduro, Cilia Flores, detenidos en Estados Unidos por tratar de traficar 800 kilos de cocaína. El exministro de Petróleo, Tareck El Aissami, también está bajo investigación por supuestos nexos con corrupción, cárteles y grupos terroristas.

Estados Unidos envía barcos destructores

Estados Unidos ha dejado atrás la discreción para denunciar, ahora acusa sin rodeos a Maduro y su entorno de convertir al gobierno venezolano en un cártel del narcotráfico. La administración Trump envió destructores frente a las costas de Venezuela en una señal clara de advertencia, evocando la intervención que sufrió Panamá en 1989 contra el dictador Manuel Antonio Noriega.

El Tren de Aragua y sus lazos criminales en EU

Maduro no solo enfrenta cargos por narcotráfico, también por usar pandillas y grupos armados para exportar delincuentes. El Tren de Aragua, una de las bandas más violentas del país, opera en nombre del régimen para extender el temor y ejercer presión en Estados Unidos. Esto refuerza la idea de que el liderazgo venezolano funciona más como una narcodictadura que como gobierno legítimo.