Ante una crisis sanitaria mundial que hemos estado viviendo desde hace algunos meses, la ciudad china de Yulin, en la región autónoma suroccidental de Guangxi, parece no darse por vencida y festejará un año más su polémico Festival anual de la Carne de Perro.
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No es una sorpresa saber que dicha carne, en la mayoría de las veces, se obtiene de manera ilegal, a pesar de la pandemia actual del coronavirus y la ley que en el 2017 entró en vigor, en la que se prohíbe la venta de carne de perro en restaurantes, mercados y otros comercios del país, se siguen dando cita cada año en el mercado de Dashichang de Yulin, donde los centenares de jaulas con perros y gatos nunca faltan.
Posiblemente este sea el año en que muchas de esas víctimas sean salvadas a causa del covid-19 y no se enfrenten a un triste sacrificio, ya que fue a fines del 2019 cuando emergió la epidemia en un mercado de animales vivos en Wuhan.
Debido a ésto, el estadounidense Jeffrey Bari estableció un refugio cerca de Pekín, en el que rescata alrededor de 200 perros de ir directo a trágicos destinos, como terminar encerrados a punto de ser cruelmente asesinados.
Desde hace muchos años, el Festival ha sido considerado como “inhumano y bárbaro”, provocando la indignación de millones de personas alrededor del mundo, mismas que han levantado la voz para exigir que esta festividad se termine.
Los rescatistas como Jeffrey buscan a familias de acogida que puedan recibir a sus huéspedes de cuatro patas, ya que son varios los animales que rescatan; incluso, los militantes organizan redadas en los mataderos o interceptando camiones que van cargados de canes.
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Estos animales no solamente son recogidos en las calles o en situaciones de abandono, sino que también han sido robados de sus hogares.