Durante el año 2000, la Ciudad de México estaba emocionado por la nueva discoteca de moda llamada “Lobohombo” que se localizaba sobre Insurgentes; el 27 de mayo de ese año, se inauguró el centro nocturno que, meses más tarde traería desgracias para a más de 60 familias, ya que dejó como saldo 22 muertos y 44 heridos.
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Los clientes comenzaron a llegar el jueves 19 de octubre por la noche, todos ellos pagaron alrededor de 80 pesos para poder ingresar al lugar que tenía una capacidad de 3 mil personas, dispuestas a pasar una gran noche.
En punto de las 5:10 horas, cuado ya quedaban alrededor de 100 personas, entre las que se encontraban clientes y empleados dentro del club nocturno ubicado en Insurgentes Centro 95 y 97, en la Colonia San Rafael, Cuauhtémoc, sonó la alarma en el cuartel de bomberos.
De acuerdo con testimonios de las personas que salieron con vida, en una de las esquinas comenzaron a salir chispas, creyeron que era parte del espectáculo, pero a los pocos segundos descubrieron que se trataba de un incendio.
Hoy se cumplen 20 años del incendio en el antro #Lobombo. Uno de los más grandes actos de corrupción de la actual #FiscalíaCDMX https://t.co/c8f6B69aCH pic.twitter.com/3vK4WpIGcN
— Heinz Zeta (@huichol19) October 20, 2020
Los siguientes minutos se convirtieron en una pesadilla, las personas que estaban en el inmueble corrían para ponerse a salvo, pero al intentar abandonar el lugar por la salida de emergencia, los hombres de seguridad la bloquearon, argumentando que los dejarían salir siempre y cuando mostraran su comprobante de pago.
Momentos después se registró la primera explosión, haciendo que los clientes lograran abrir la puerta y comenzaran a salir; unos cuantos cayeron al piso, otros salieron ilesos, pero 22 de ellos se enfrentaron a los obstáculos que adornaban el inmueble.
A las 10:20 de la mañana, el último cuerpo calcinado era sacado de la discoteca; sin embargo, aunque la desgracia fue enorme, el castigo ha resultado ser casi una burla para los familiares y víctimas de este terrible accidente.
En el baño, los bomberos encontraron una fila de cadáveres de hombres que, con sus cuerpos, trataron de proteger a las mujeres.
Alejandro Iglesias Rebollo, dueño en aquel entonces del negocio en Insurgentes, ganó un amparo que promovió para forzar judicialmente el pago de la indemnización.
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Para el 24 de noviembre del 2004, la primera piedra de lo que ahora es una estación de bomberos, fue colocada sobre los cimientos, mismos que alguna vez fueron testigos del siniestro “Lobohombo”, como si se tratara de un ave fénix.
