Li Jingzhi pasó más de 30 años buscando a su hijo Mao Yin, que fue secuestrado y vendido en 1988. Estuvo a punto de dejar de buscarlo, pero en mayo finalmente recibió la llamada que estaba esperando.
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Los fines de semana, antes de la desaparición del pequeño Mao Yin, Jingzhi y su esposo solían llevarlo al zoológico o a uno de los muchos parques en su ciudad de Xi’an (capital de la provincia de Shaanxi, en el centro de China).
Mao Yin era hijo único; en ese entonces la política de un hijo en China estaba en completa vigencia, por lo que no había posibilidad de planear más hijos. Su madre esperaba que fuera un estudiante aplicado y exitoso, por lo que lo apodó Jia Jia, que significa “grande”.
Cuando Jia Jia tenía dos años y ocho meses, la vida del matrimonio cambió. El esposo de Jingzhi explicó que recogió a Mao Yin del jardín de niños y se detuvo a darle agua en un pequeño hotel. Cuando enfrió el agua, dejó al niño solo durante uno o dos minutos, y cuando se dio la vuelta su hijo había desaparecido.
Creyó que lo encontrarían en poco tiempo, pero al pasar una semana y notar que nadie lo llevó a la estación de policía, se dio cuenta que esto era más serio de lo que pensaba. Después de muchos años, en el mes de mayo del 2020, Li recibió la increíble noticia de que habían encontrado a su hijo.
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Después de 32 años de búsqueda, por fin madre e hijo se iban a poder reunir nuevamente, fue en su reencuentro cuando se dio cuenta que aquel pequeño le hizo honor a su apodo, es un padre de familia ejemplar y dueño de su propia empresa de diseño de interiores.
