Primero las salsas, ¿ahora la tambora?

Por si fuera poco en este México lindo y gentrificado, ahora van contra la banda sinaloense. Y es que empresarios buscan regular con el ayuntamiento a las tamboras que tocan en las playas de Mazatlán, porque turistas extranjeros se quejan del “escándalo” que hay y amenazan con no regresar.

Escrito por: Fernanda Ortega
Primero las salsas, ¿ahora la tambora
¿Y ahora, qué sigue?

Hay una palabrita que ha tomado mucha fuerza en los últimos años, sobre todo en Ciudad de México y otros sitios turísticos del país. Esta palabra, mientras que para unos ha acarreado enojos y desgracias, para otros ha sido su escudo para ir y venir como ‘Juan por su casa’. Me refiero a la gentrificación.

Pero para quien aún no sepa acerca de este término, aquí se los explicamos. La gentrificación es un proceso en el que a una zona habitacional o comercial de bajo costo, empiezan a llegar personas de clase media-alta para vivir o poner negocios. Esto, a la larga, hace que los precios de las propiedades aumenten, así como algunos servicios, y sean impagables para quienes habitaron estos lugares desde años antes, por lo que tienen que abandonar, cuando no les despojan, sus hogares o locales.

La gentrificación no solo queda en eso, porque también es imposición de lo que los invasores creen que se necesita en su nuevo barrio. Para esto, dos ejemplos. Si algo nos puede a los mexicanos, es que la salsa de los tacos no esté buena. Como diría mi abuelo, “no es mermelada” para que no pique, y es justamente lo que está pasando. Taquerías de colonias como la Condesa o la Roma, ya ofrecen salsas con menos chile, ¿por qué? porque los gringos no soportan tanto picante, ¿y quién paga los platos rotos? nada más y nada menos que ustedes y yo, mexicanos promedio que le hacemos el feo a una salsa así, sin chiste.

Pero eso no es todo, porque ahora van con el ambiente auditivo. Primero, hace unas semanas, la modelo estadounidense Breanna Claye se quejó de los organilleros, diciendo que cómo era posible que la gente les diera dinero, porque era como “decirles que está bien que contaminen con su ruido. Además, ni siquiera suena tan bien”. Ella perdió su trabajo en la agencia de modelos mexicana a la que pertenecía, mas ni así cambió su postura.

Por si fuera poco en este México lindo y gentrificado, ahora van contra la banda sinaloense. Y es que empresarios buscan regular con el ayuntamiento a las tamboras que tocan en las playas de Mazatlán, porque turistas extranjeros se quejan del “escándalo” que hay y amenazan con no regresar. Los hoteleros quieren que se restrinjan a los músicos en ciertas zonas, lo que afectaría considerablemente los ingresos de estos, además de claro, atentar contra una parte importante de la identidad nacional.

Evidentemente, medio México se ha indignado y ha apoyado a las bandas sinaloenses, mostrando el hartazgo ante esta clase de caprichos blancos privilegiados. Porque una cosa es que el mexicano sea un buen anfitrión y tenga trato especial, que hasta a veces raya en lo lambiscón, con los extranjeros, pero otra muy distinta que estos intenten abusar del poder que quién sabe por qué se adjudicaron; la pigmentocracia del siglo XXI.

Así que como ustedes dicen, queridos gringos, “go back to your country”, si no les parecen los usos y costumbres mexicanos, y dejen de creer que nos están haciendo un favor al “mejorar” nuestro país con su presencia.

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Escrito por: Fernanda Ortega

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