La sequía intensa de los últimos dos años en Hidalgo, permitió que la iglesia de San Antonio Corrales quedara al descubierto; algo que no ocurría desde su construcción: tenerla seca y con acceso libre más de 8 meses.
Cada año, queda cubierta por el agua de la presa Vicente Aguirre, ubicada en el municipio de Alfajayucan, que la inunda en cada rincón. De 6 a 8 meses no se puedan entrar ni a rezarle a San Antonio.
“Aproximadamente 1950, 52 salió el decreto de la construcción de la presa Vicente Aguirre o Golondrinas y en ese lapso lo empezaron a construir y de ahí para casa ha estado inundando, excepto de año, no se ha inundado por la seca que hubo”, narra Marcelino Sixto, habitante de la comunidad de San Antonio Corrales.
¡Vivir sin agua! Sequía en Hidalgo hace resurgir iglesia inundada
Son de las primeras imágenes que permiten conocer su interior, arcos y cada una de las partes de las edificaciones que la componen. Hay cientos de piedras esparcidas por el sitio. Restos de los muros que rodeaban a la iglesia.
Un sitio que a pesar del paso del tiempo y las condiciones de humedad y acción del agua, se mantiene en pie sin daños graves y lista para recibir a los habitantes de la región.
“Seguimos realizando que es la enrosadas es cultura indígena y esa ofrenda va dedicada a la madre tierra posteriormente pues ya con la religión católica se compaginó y ahora se va dedicada a Dios a la imagen de San Antonio de Padua y a la madre tierra”, explica Marcelino Sixto.
Hoy la presa Vicente Aguirre esta al 19 pr ciento de su capacidad de acuerdo al monitoreo de la Conagua y de no recargarse la iglesia podría quedar así otro año. Lo malo para los productores es que podría ser un indicativo de la escasa producción agrícola.
La historia de iglesia de San Antonio Corrales en Hidalgo
La iglesia de San Antonio Corrales es un centro de fe y testimonio innato de tempestades en Hidalgo. Mudo testigo de los extremos naturales.
Fue construida en el siglo XVII, y desde entonces la iglesia de San Antonio Corrales dedicada a San Antonio de Padua, se convirtió en el centro de las celebraciones de los habitantes de este lugar ubicado a mil 800 metros sobre el nivel del mar.
Marcelino Sixto recuerda esos días: “Aquí se hacían los naranjazos, las enrosadas y la iglesia se construyó después de la llegada de los misioneros católicos estamos hablando de unos 400 años aproximadamente unos 50 años después de la parroquia del municipio”.
