A casi dos semanas del escándalo del robo de señales en Grandes Ligas, aún se sigue hablando sobre las repercusiones en el mejor beisbol del mundo. El despido del manager AJ Hinch y del Gerente General del equipo Jeff Ludlow, así como los posteriores ceses de Carlos Beltrán con los Mets y de Alex Cora en Boston, fueron los principales castigos tras el incidente en el que se vieron envueltos los Astros en 2017, año que ganaron la Serie Mundial.
Para conocer la magnitud de la penitencia, hay que ponerla a la par de la controversia de los esteroides con la investigación del Laboratorio Balco que salpicó a luminarias como Barry Bonds, Roger Clemens, Alex Rodríguez, José Canseco y Sammy Sosa, entre otras. Otro caso que tuvo esa misma repercusión fue el veto de por vida a Pete Rose. El líder histórico de hits estuvo involucrado en apuestas deportivas mientras era manejador de los Rojos de Cincinnati, lo que le impidió su acceso al Salón de la Fama de Cooperstown.
La penalización encabezada por el comisionado Rob Manfred responde a un aviso para los otros 31 equipos, quienes también han dado indicios de penalizar el código del robo de señales pero sin estar a la altura del descaro vivido en Houston durante la temporada ganadora del Clásicos de Otoño. Así quedó evidenciado cuando los Dodgers aseguraron en twitter que ya no podían hablar sobre el caso o serían sancionados por MLB.
Hablando del equipo de Los Ángeles, muchos fanáticos del equipo y de otros equipos pedían a quitarle el título a los Astros, algo ya descartado. Ahora, a todo lo referente al robo de señales e independientemente de las medidas tomadas por las Ligas Mayores, queda en cada equipo utilizar estrategias internas para evitar el hurto de señas, tomando en cuenta los medios tecnológico y la suspicacia en un tema que parece no tener fin y que seguramente dará mucho de qué hablar en el futuro.
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