En La Rosilla, Durango, donde las temperaturas descienden hasta -10 grados Celsius, los niños enfrentan cada día el frío extremo para asistir a la escuela. Con aulas que cuentan con chimeneas y fogones para calentar sus manos, esta comunidad es un ejemplo de resistencia ante las adversidades climáticas.
Fuerza Informativa Azteca (FIA) explora cómo los habitantes de este pequeño pueblo, conocido como el “congelador de México”, enfrentan los desafíos del invierno y la vida diaria en condiciones extremas.
¡Un congelador! La helada realidad de La Rosilla, Durango
La Rosilla, ubicada en el municipio de Guanaceví, Durango, es conocida como el “congelador de México”. Aquí, las temperaturas pueden caer hasta -10 grados Celsius en las mañanas. A pesar del frío extremo, los niños deben levantarse temprano para asistir a la escuela. En este contexto, las aulas están equipadas con chimeneas para combatir el intenso frío.
¡Un completo desafío! Antes de comenzar sus clases, los estudiantes calientan sus manos en un fogón. Las bajas temperaturas hacen que sus manos estén completamente entumecidas. Esta rutina diaria resalta la resiliencia y determinación de los jóvenes en un entorno donde incluso los ríos y arroyos se cubren de hielo.
Las heladas no cesarán en La Rosilla; temperaturas bajarán aún más
Guillermo Pacheco, Coordinador Estatal de Protección Civil, ha mencionado que “se espera un invierno bastante duro” en la región. Las condiciones climáticas extremas no solo afectan a los niños; también impactan la vida cotidiana de todos los habitantes. Con menos de 200 residentes y una altitud superior a 2,500 metros sobre el nivel del mar, La Rosilla enfrenta retos únicos durante esta temporada.
¡La vida en La Rosilla no es fácil! Por otro lado, los cultivos son escasos y se limitan principalmente a avena y papas. Los habitantes deben comprar la mayoría de los insumos necesarios para su vida diaria; sin embargo, la comunidad se mantiene unida y enfrenta estos desafíos con valentía.
La historia de La Rosilla es un testimonio del espíritu humano frente a adversidades climáticas extremas. A medida que el “congelador de México” continúa enfrentando inviernos severos, la determinación y resiliencia de sus habitantes brillan como un faro de esperanza.