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Con las promesas al cielo: así viven los peregrinos su camino rumbo a la Basílica de Guadalupe

Entre cansancio, dolor y profunda devoción, miles de peregrinos llegaron a la Basílica de Guadalupe con la esperanza de ver de cerca a la Virgen.

Cada diciembre, miles de personas abandonan sus casas antes del amanecer, algunas caminando descalzas, otras avanzando de rodillas o cargando imágenes de la Virgen de Guadalupe que han acompañado a sus familias por generaciones.

No importa el cansancio ni el frío: la meta es llegar a la Basílica de Guadalupe , el templo mariano más visitado de Latinoamérica y uno de los más emblemáticos del mundo.

Este 2025, las autoridades estiman que el recinto recibirá entre 13 y 13.5 millones de peregrinos, superando los 12 a 13 millones que abarrotaron la zona en 2024. Y aunque la cifra impresiona, la verdadera fuerza está en las historias que caminan rumbo al cerro del Tepeyac.

“Ya casi, Virgencita” peregrinos caminan hasta la Basílica

Para muchos, el viaje no comienza el mismo 12 de diciembre. El peregrinar implica una travesía que combina fe, agradecimiento y arrepentimiento.

La mayoría sale con un solo objetivo: cumplir una manda, agradecer un milagro o pedir por la salud y el bienestar de sus familias.

Entre la multitud aparece la voz temblorosa de un peregrino que avanza con un cuadro grande de la Virgen de Guadalupe colgado a su espalda. Cada paso le cuesta, pero su fe lo empuja.

“Ay, mero Virgencita… ya mero llegamos. Tengo que pagar una manda porque no me he portado bien este año. Esto lo hago por mi familia, por mi nieta, por mis nietos que quiero mucho” confiesa.

“Espero que me disculpes muchas cosas malas que hice… Yo a mi familia la quiero mucho, Virgencita. Ojalá me entiendas que te quiero”.

Lo acompaña Martín, su hermano, quien describe el recorrido como una manera de agradecer “todos los favores recibidos” a lo largo del año. Entre ambos cargan más que un cuadro: cargan historias, arrepentimientos, esperanza.

Peregrinos abarrotan la Basílica: adultos, jóvenes y niños

Con la música guadalupana de fondo, cientos de miles de peregrinos llenaron los alrededores de la Basílica y continúan llegando sin pausa.

Las filas avanzan despacio mientras las familias se acomodan entre cobijas, mochilas, termos con café y veladoras que protegen del la lluvia.

Lo sorprendente no es solo ver a adultos o personas mayores cumplir con su promesa. También están los más pequeños, niños que portan capas con la imagen de la Guadalupana,

Para ellos, la Virgen no es solo un símbolo religioso: es parte de la identidad mexicana.

En un país donde las tradiciones se heredan casi como amuletos, México la adoptó como su patrona, y cada año, millones de personas lo demuestran recorriendo kilómetros para llegar a su casa.

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