Un rincón de alas en la gran ciudad: Este es el santuario de colibríes de la CDMX

En un departamento, al oeste de CDMX, los colibríes heridos encuentran una segunda oportunidad en el hogar de Catia Lattouf. Ella cree en sanar.... y soltar.

Por: Axel Canale Echaniz

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El santuario libera anualmente entre 200 y 300 colibríes | Reuters

El santuario acepta tanto colibríes bebés como adultos | Reuters

Dentro de un departamento en CDMX, Catia Lattouf dirige un santuario de colibríes | Reuters

Nacida en Líbano, un país sin colibríes nativos, Lattouf se mudó a México en la década de 1980 | Reuters

Tras la muerte de su esposo, encontró consuelo cuidando una cría de colibrí. | Reuters

Las crías son alimentadas a mano por Cecilia, la asistente de Lattouf. | Reuters

Las aves heridas y las crías son alimentadas a mano cada 15 minutos | Reuters

El santuario funciona sin donaciones. Lattouf cubre todos los gastos, incluyendo el transporte para las aves enfermas | Reuters

Examina cada ave, proporciona un diagnóstico e inicia el tratamiento. Cuando las aves se recuperan lo suficiente, son liberadas | Reuters

Financia estos gastos con las ventas de un libro que escribió sobre sus experiencias y conocimientos como coach de salud | Reuters

“Seamos polinizadores como los colibríes”, dice, animando a la gente a compartir sus talentos para mejorar el mundo | Reuters

Los colibríes son nativos de América, desde Alaska hasta Tierra del Fuego en Argentina. | Reuters


En un departamento al oeste de la Ciudad de México (CDMX), una mujer de 75 años dirige un santuario de colibríes desde su dormitorio.

Catia Lattouf, la protagonista de esta historia única, nació en Líbano, un país donde no existen estas pequeñas aves. Llegó a México en la década de 1980, y desde entonces ha hecho de este país su hogar.

La historia comienza tras el fallecimiento de su esposo y su diagnóstico de cáncer en 2009. Un amigo de Lattouf, dueño de un refugio de animales, le pidió que cuidara a una cría de colibrí abandonada. Catia ya tenía experiencia en la cría de aves, por lo que aceptó la tarea, en la cual encontró consuelo, a su nuevo compañero lo llamó “Gucci”.

Después de esta experiencia, en 2012 tomó la decisión de abrir un santuario de colibríes en su propia casa. Desde ese momento, el santuario creció y actualmente libera entre 200 y 300 aves sanas al año. Las tareas van desde brindar refugio a las especies que llegan afectadas por lluvias intensas, calor extremo u otras condiciones meteorológicas, hasta protegerlas de sus depredadores naturales, como gatos y zanates. El santuario también se encarga de brindar diagnósticos y tratamientos que les permitan recuperarse por completo.

En el santuario, existe un área especial para la atención de crías, las cuales requieren cuidados distintos a los de los colibríes adultos heridos. Estas labores son atendidas por Cecilia, la asistente de Lattouf, quien alimenta a las crías cada 15 minutos.

El santuario de colibríes funciona sin recibir ningún tipo de donaciones. Catia cubre todos los gastos, desde el transporte hasta los tratamientos médicos. Lo logra gracias a la venta de un libro en el que narra sus experiencias de vida y sus conocimientos como coach de salud.

Hoy en día, Catia Lattouf continúa dirigiendo el santuario, además de trabajar como asesora de salud y brindar apoyo a pacientes con cáncer que se encuentran en tratamiento.

¿Qué tienen de especial los colibríes?

No es solo el tamaño de estas aves lo que resulta extraordinario, ya que todo su organismo representa una maravilla biológica, pues el colibrí es la única ave que tiene la capacidad de volar hacia atrás.

Además, gracias a un mecanismo único en sus alas, se mueven en forma de ocho y pueden mantenerse suspendidos en el aire sin un gran esfuerzo, de acuerdo con Journal of Experimental Biology.

También poseen uno de los metabolismos más rápidos del reino animal. Pueden alcanzar una frecuencia cardiaca de hasta 500 latidos por segundo.

Gracias a esta exigencia energética, los colibríes tienen la habilidad de entrar en un estado de “suspensión” o bajo consumo, similar al modo de reposo de algunos dispositivos electrónicos. En una condición como esta, su ritmo cardiaco puede descender hasta 50 latidos por segundo, y su temperatura corporal baja considerablemente. Lo anterior, según la plataforma Journey North.

¿Qué significa cuando un colibrí se acerca a ti?

Existen creencias populares en las que el colibrí es considerado un mensajero entre el plano terrenal y el espiritual, trayendo señales del más allá. Se dice que su presencia dentro del hogar representa la visita de un ser querido en forma de esta pequeña ave.

Según la leyenda del pueblo guaraní sobre el “mainumby”, cuando un ser humano muere, su cuerpo queda en la Tierra, pero su alma se oculta en una flor. El colibrí o mainumby, busca entre todas las flores aquella que guarda el alma humana, y una vez que la encuentra, se convierte en su guía hacia el paraíso.

Más allá de su simbolismo espiritual, el colibrí también fue considerado un símbolo de guerra y fortaleza en la civilización mexica. El huitzil o huitzilin era un ave sagrada representada con una armadura de oro brillante. Era considerado hijo del dios de la guerra Huitzilopochtli y, según relatos, fue su guía hacia la tierra prometida, según datos de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco.

¿Qué tan inteligente es un colibrí?

El cerebro del colibrí representa aproximadamente el 4.2% de su peso total, lo que supera proporcionalmente al de la mayoría de las aves. Es debido a esta relación que tienen una gran inteligencia.

De acuerdo con un artículo publicado en Science, titulado “Spatial memory in hummingbirds”, estos pequeños animales son capaces de recordar los lugares que ya han visitado, las flores que han polinizado, la cantidad de néctar que contenían y cuánto tiempo tardan en regenerarlo.

Este tipo de memoria, similar a un GPS biológico, les permite optimizar sus rutas de alimentación y ahorrar energía, lo que aumenta significativamente sus probabilidades de supervivencia.

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