El 13 de julio de 2024, un atentado durante un mitin en Butler, Pensilvania , marcó un antes y un después en la política en Estados Unidos. Donald Trump, quien entonces era candidato presidencial por el Partido Republicano, sobrevivió a un ataque armado que dejó una herida en su oreja y conmocionó al país.
El atacante, Thomas Matthew Crooks, disparó ocho veces desde una azotea, lo que causó la muerte a un asistente al evento y dejó a dos personas gravemente heridas antes de ser abatido por un francotirador del Servicio Secreto.
¿Qué pasó tras el atentado contra Donald Trump?
El atentado provocó una oleada de investigaciones y críticas hacia el Servicio Secreto, responsable de la seguridad de los líderes nacionales. El propio Trump reconoció públicamente la gravedad del incidente y agradeció la labor de los agentes, pero la presión política y mediática obligó a la agencia a revisar sus protocolos y asumir errores evidentes en la protección del expresidente y los asistentes al evento.
Días después del ataque contra el entonces candidato presidencial, el 23 de julio de 2024, Kimberly Cheatle , directora del Servicio Secreto, presentó su renuncia, después de haber admitido fallas de seguridad en el mitin en Butler, Pensilvania.
Reformas y repercusiones tras el atentado: ¿qué ha cambiado en la seguridad presidencial?
A raíz del atentado, el Servicio Secreto implementó 37 reformas internas, incluyendo mejoras tecnológicas, mayor capacitación y una coordinación más estrecha con fuerzas locales. Además, suspendieron a seis agentes por fallas en el operativo.
El Congreso y el propio presidente Joe Biden ordenaron investigaciones independientes para esclarecer cómo un atacante logró acceder a una posición tan vulnerable y disparar contra un exmandatario en un evento público.
El FBI continúa investigando el móvil del atacante, considerado un “lobo solitario” sin antecedentes criminales, pero con indicios de problemas personales y búsquedas previas sobre magnicidios históricos. La agencia trata el caso como un acto de terrorismo interno y las investigaciones sobre el hecho continúan.
En el ámbito político, el atentado reforzó la imagen de Trump entre sus seguidores y reavivó el debate sobre la violencia política y la polarización en Estados Unidos . Líderes de ambos partidos condenaron el ataque y llamaron a moderar el discurso público. El incidente también impulsó la adopción de nuevas medidas de seguridad en actos de campaña, como el uso obligatorio de barreras antibalas y controles más estrictos en recintos abiertos.
