El tenista español Carlos Alcaraz transformó su papel de promesa en el de favorito para esta edición, pero no se esperaba que agregara la etiqueta de monstruo, de devorador de títulos. Porque el español no solo venció a Djokovic, algo que han logrado varios en la historia, consiguió reducirle hasta el mínimo, borrarle de la pista, a propinarle una de las mayores palizas de su carrera. Y lo hizo con una sencillez que asusta a cualquiera que pretenda ser su rival en los próximos con un marcador de 6-2, 6-2 y 7-6 (4).
Alcaraz, con 21 años, igualó los cuatro Grand Slam de su compatriota Manolo Santana, se convirtió en el sexto hombre en lograr el doblete Roland Garros-Wimbledon y es el primer español en revalidar el título en la Catedral.
El primer juego de la final de este domingo se alargó catorce minutos. "Se va a juntar con la final de la Eurocopa", pensaban muchos, mientras Alcaraz, como si tuviera prisa por animar a su España, planeaba un desenlace distinto.
Alcaraz necesitó de un cuarto de hora y cinco bolas de 'break' para doblar por primera vez la mano del serbio, pero a partir de ahí no frenó hasta ganar el 'tie break' en el tercer set y alzar por segunda vez el trofeo de ganador de Wimbledon.
PREVIA
El serbio Novak Djokovic pudo con el inexperto Lorenzo Musetti (6-4, 7-6 (2) y 6-4) y repetirá final en Wimbledon contra el español Carlos Alcaraz, defensor del título.
Musetti dio la cara frente al siete veces campeón, pero se deshizo en los momentos de presión y cayó derrotado en la que era su primera semifinal de un Grand Slam.
El serbio no disputó los cuartos de final por la retirada de Alex de Miñaur y llegó descansado para el enfrentamiento ante Musetti.
Este domingo, el campeón de 24 Grand Slam tendrá la oportunidad de sumar uno más y despegarse de una vez por todas de Margaret Court, quien también ganó 24, pero a caballo entre la Era Amateur y la Era Abierta. Djokovic volverá a tener a Alcaraz en la final, su verdugo el año pasado.
Carlos Alcaraz derribó el muro de Daniil Medvedev (6-7 (1), 6-3, 6-4 y 6-4). En la pared más grande del tenis actual, la más difícil de explotar y casi imposible de saltar, encontró el español una grieta por la que colarse y dibujar su segunda final en Wimbledon, la que le puede deparar el cuarto Grand Slam de su aún corta carrera deportiva.





