La NFL volvió a despertar con una noticia imposible de asimilar.
Marshawn Kneeland , jugador de apenas 24 años, fue encontrado sin vida en la madrugada del jueves, pocos días después de haber vivido uno de los momentos más felices de su carrera: su primer touchdown con los Dallas Cowboys.
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El joven ala defensiva había brillado en el Monday Night Football, ganándose los aplausos del estadio y el respeto de sus compañeros. Nadie imaginaba que sería la última vez que lo verían en el campo.
— Dallas Cowboys (@dallascowboys) November 6, 2025
Un final que nadie vio venir
De acuerdo con el Departamento de Policía de Frisco, Kneeland murió a causa de una herida de bala autoinfligida.
El reporte detalla que la tragedia ocurrió luego de una persecución policial iniciada por una infracción de tránsito la noche del 5 de noviembre, en la autopista Dallas North Tollway. Los agentes perdieron de vista el vehículo minutos después, pero horas más tarde encontraron al jugador sin vida en un área cercana.
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El comunicado oficial evita entrar en más detalles, aunque distintas fuentes en Estados Unidos señalan que Kneeland habría mostrado señales de desesperación y pensamientos suicidas antes del incidente.
Hasta el momento, los Dallas Cowboys ni la NFL han ofrecido una declaración pública, mientras el entorno del jugador y su familia atraviesan horas de profundo dolor.
A statement from Frisco Police on the death of #Cowboys DE Marshawn Kneeland: pic.twitter.com/6rhWsEEOM8
— Ian Rapoport (@RapSheet) November 6, 2025
Una promesa que se apagó demasiado pronto
Kneeland había sido seleccionado por los Cowboys en el Draft de 2024, tras destacar por su potencia física y disciplina en Western Michigan. Su progreso había sido constante, y su desempeño reciente lo perfilaba como una pieza clave en la defensiva texana.
Su partida deja un vacío enorme en el vestidor y reabre un tema que la NFL no puede seguir ignorando: la salud mental de sus jugadores. En un deporte donde la presión, la fama y las lesiones se mezclan con el silencio emocional, historias como la de Kneeland recuerdan que detrás del casco hay seres humanos enfrentando batallas invisibles.
Hoy, más que nunca, el fútbol americano está de luto.


