Arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) descubrieron un asentamiento humano con dos basamentos y una decena de entierros, de unos mil años de antigüedad en Tamaulipas.
Según los investigadores, los entierros tienen las características de las antiguas prácticas funerarias en la Huasteca tamaulipeca.
Se calcula que el asentamiento, ubicado en le municipio de Ocampo al sur de la entidad, corresponde a la fase tardía del periodo Clásico, entre el 600 y 900 de nuestra era.
Para los arqueólogos del INAH, se trata de uno de los hallazgos más relevantes en las últimas décadas en la región.
El descubrimiento se realizó en el sitio arqueológico El Naranjo, donde los especialistas ya han iniciado las labores de salvamento en la zona donde se construye la carretera Mante-Ocampo-Tula.
¿Qué fue lo que encontraron los arqueólogos del INAH en Tamaulipas?
Los arqueólogos han identificado y explorado dos construcciones de tierra con mampostería de roca caliza y basalto; el Montículo 4 tiene 20 metros de diámetro y el Montículo 1 alcanza los 30 metros, como explica Esteban Ávalos Beltrán, coordinador del proyecto de salvamento e investigador del Centro INAH Tamaulipas, quien asegura que se trata de espacios donde se realizaban actividades de distinta índole.
Detalla que dentro del Montículo 4 fue donde se descubrió un enterramiento múltiple y simultáneo: contiene las osamentas de tres adultos, ataviados con pendientes de concha y cuarzo verde.
Pero hay entierros individuales, casi todos dispuestos en la misma posición: flexionada, sedente, dorsal y lateral. Entre ellos destaca el entierro 4 del Montículo 1: un adulto localizado dentro de un túmulo de piedra caliza.
Según el INAH, se trata de una práctica funeraria similar a las observadas en Tamtoc, San Luis Potosí, colindante con el sur del estado de Tamaulipas “de ahí la relevancia de su identificación en la zona”.
El Naranjo se localiza en uno de los valles de la Sierra Madre Oriental, entre las Grutas de la Puente y el Cañón de La Servilleta.
| INAH
Según Ávalos Beltrán, El Naranjo pudo estar activo hacia la fase tardía del periodo Clásico, es decir, entre el 600 y 900 después de Cristo, hace más de mil años.
El especialista afirmó que se trata de un proyecto muy importante para la arqueología del estado, pues constituye uno de los hallazgos más relevantes en las últimas décadas.
