Entre las estaciones Hidalgo e Indios Verdes de la Línea 3 del metro, un oscuro secreto parece haberse instalado bajo la ciudad, un susurro que hiela la sangre y que solo algunos se atreven a mencionar en voz baja: los gritos. Operadores y trabajadores que recorren esos túneles en las horas más solitarias aseguran escuchar, con creciente temor, lamentos desgarradores y golpes que retumban en las paredes subterráneas, aun cuando el tren avanza en un silencio absoluto, sin pasajeros ni presencia humana cercana.
Extranormal | La química siniestra
Lo más inquietante es que estos sonidos no son esporádicos ni producto de la imaginación; se repiten con una cadencia misteriosa, casi ritual, en horas específicas de la noche. Algunos describen esos gritos como voces de desesperación, al borde del colapso, como si almas atrapadas en un limbo sombrío intentaran comunicarse, pedir ayuda o simplemente manifestar su tormento eterno. Otros, más escépticos, creen que son ecos de fenómenos naturales o problemas técnicos, pero nadie logra explicar el patrón ni la persistencia de estos ruidos.
Los túneles, fríos y silenciosos durante el día, parecen cobrar vida al caer la noche. Las paredes, que deberían ser mudas, vibran con un extraño ritmo, y los golpes resuenan como golpes en un ataúd cerrado. Empleados que han trabajado turnos nocturnos hablan de una presencia invisible que acecha entre las sombras, una sensación de ser observado y seguido, un peso invisible que oprime el pecho y acelera el pulso.
Extranormal | Rugidos
Aunque las autoridades niegan cualquier evento paranormal y atribuyen los sonidos a fenómenos físicos, los operadores no cesan en sus testimonios, algunos incluso han pedido no volver a trabajar en esos turnos por miedo a enfrentarse a lo desconocido.
Los túneles de la Línea 3 guardan un secreto oscuro, un misterio que desafía la lógica y que se ha convertido en una leyenda urbana que sigue creciendo, alimentada por el miedo y el susurro de los gritos que nunca cesan.