Después de 57 temporadas en Oakland, los Atléticos están listos para mudarse, marcan el fin de una era que ha dejado una huella profunda en la comunidad de la “East Bay” y en la MLB.
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Para los fanáticos de toda la vida, la partida del equipo no solo representa la pérdida de un equipo de beisbol, sino también la desaparición de un símbolo cultural y social que unió a una ciudad diversa y luchadora.
A lo largo de su historia, los Atléticos han sido un equipo de contrastes. Con nueve campeonatos de la Serie Mundial en su haber, se han consagrado como una de las franquicias más exitosas en la historia de las Grandes Ligas.
Sin embargo, también acumulan 19 temporadas con más de 100 derrotas, lo que refleja las dificultades y frustraciones que han acompañado a los fanáticos de la MLB a lo largo de los años.
Este último capítulo en Oakland ha sido especialmente amargo. Los seguidores del equipo sienten que han sido traicionados por su multimillonario dueño, John Fisher, quien ha optado por llevar a los Atléticos fuera de la ciudad, a pesar de las décadas de apoyo incondicional.
Toda las veces viniendo a los juegos están entre las mejores experiencias de mi vida. Y un dueño multimillonario me lo despoja, es frustrante
, comentó Will MacNeil, un fanático de 40 años.
La historia de los Atléticos está marcada por la mudanza constante. Desde su fundación en Filadelfia en 1901, pasando por Kansas City en 1955, hasta su llegada a Oakland en 1968, los A’s se han convertido en la primera franquicia de MLB que se traslada en cuatro ocasiones. A pesar de eso, ningún lugar ha albergado al equipo tanto tiempo como Oakland en la MLB.
Coliseo de Oakland: el hogar de los A’s
El Coliseo de Oakland fue el hogar donde generaciones de fanáticos vieron a las legendarias versiones de los “Swingin’ A’s” de los 70, a los “Bash Brothers” en los 80, y al equipo de “Moneyball” en los 2000.
El estadio se convirtió en un espacio donde se reunían personas de todas las clases sociales y etnias: desde los obreros del puerto de Oakland hasta los hippies de Berkeley. Para Jim Zelinski, otro seguidor de toda la vida, los A’s no solo representaban un equipo de beisbol, sino una identidad compartida.
Los A’s fueron una tremenda pieza indeleble de esta comunidad. Todo el mundo no sólo se sentía orgulloso de los equipos, pero también imperaba esta actitud de decir: '¡Estos somos nosotros! ¡Este es el Este de la Bahía!’
. Con su partida, los Atléticos dejan atrás una comunidad rota, pero con recuerdos imborrables.
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