Kathrine Switzer: Símbolo femenino de la Maratón de Boston

Con motivo del Día Internacional de Mujer, recordamos a Kathrine Switzer la primera mujer en correr la Maratón de Boston en 1967 como emblema de equidad.

Rubén Ramos
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Kathrine Switzer

Con el paso de los años las mujeres han logrado un empoderamiento en el deporte dejando huella con hechos históricos. En la memoria queda lo sucedido en la Maratón de Boston de 1967. Aquel día Kathrine Switzer pasó a la posteridad gracias al convertirse en la primera mujer en correr con dorsal. Esa misma icónica postal en la que intenta expulsarla será la imagen que seguirá siendo recordada generación tras generación, al representar el machismo que sufren las mujeres no solo en los deportes, también en muchos otros ámbitos de la vida.

La noción de correr la carrera, sin duda era la Meca de cualquier atleta en aquellos momentos, era un reto inesperado. En diciembre de1966 se encontraba con su entrenador Arnie Briggs, que había completado dicha maratón en 15 ocasiones. Ella le dijo que ninguna chica podría correr 42 kilómetros.

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Indignada, Switzer le recordó que ese mismo año la atleta Bobbi Gibb lo había hecho, después de colarse a través de unos arbustos en la competencia. Arnie negó esa afirmación y agregó: “Si alguna mujer pudiera hacerlo, serías tú, pero tendrías que probarlo. Si corres esa distancia en la práctica, yo seré el primero en llevarte a Boston”.

Kathrine Switzer

Esa idea rondó la mente de Switzer, razón por la que tres semanas antes de la prueba fue a entrenar con Arnie. Correr sin registrarse podría meterla en problemas con la Unión Atlética Amateur (UAA), pero tomaron el riesgo al no existir una norma concreta en concreta referida al género del participante.

Llegó 19 de abril de 1967 y ella se plantó con un dorsal con el número 261. A su llegada los corredores le dieron la bienvenida y muchos emocionaron por la situación. Los primeros kilómetros todo transcurrió con normalidad, pero cuando el público y la prensa se dieron cuenta de que había una mujer, las tomaron otro rumbo. Al verla, uno de los comisarios de la carrera, saltó a la ruta y la agarró gritando que saliera.

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Sus compañeros la defendieron y Tom Miller pegó un puñetazo a Semple para librar a Switzer. La inercia cambió y pudo cumplir su misión. Llegó en 4 horas y 20 minutos, pese a ser descalificada. Esa misma noche reflexionó sobre lo que había hecho y partir de ahí se dedicó a promover la inclusión de la mujer en el deporte. A casi 54 años de aquel momento, la grandeza femenina sigue demostrando que no hay barreras ni límites cuando de influir se trata.

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