Cada vez que voy al supermercado salgo con la sonrisa borrada pensando si compré de más. Hago nuevamente un escaneo a mi carrito del súper y constato que llevo lo esencial, entonces me pregunto: ¿por qué salió tan caro, si estoy llevando lo mismo de siempre? Los lujos no se permiten. Salirme de la lista de las compras está prohibido.
Vuelve la pregunta a mi cabeza y me cuesta procesar que sí, el costo de la vida sube a diario.
Para muchos el salario no alcanza y eso se llama inflación. Que por cierto, según economistas y expertos, Latinoamérica será la región con la inflación más alta del planeta este año.
Las razones son variadas: atascos en las cadenas de suministro, aumento en el precio de las materias primas, especialmente los alimentos y la energía; depreciación de las monedas latinoamericanas y una fuerte recuperación del consumo.
Pensaríamos que es una espina propia de vivir en esta zona del planeta plagada de corrupción. Pero no, la inflación no solo se está desbordando en Latinoamérica, sino también en países como Estados Unidos, donde llegó a un 6.2 por ciento en octubre, la mayor cifra registrada en ese país en los últimos 30 años.
Estamos cansados de culpar a la pandemia, pero sigue siendo inevitable.
Este Covid-19 también trajo una debacle económica. ¿Y si miramos al futuro? El pronóstico es sombrío. Seguirá la inflación disparada y bajo crecimiento.
Lo peor es que son los productos de primera necesidad como alimentos y servicios básicos los que más aumentan. Y las familias más vulnerables, son las que más resienten la subida de los precios.
¿Se imagina cómo están viviendo en Argentina? Es un país que tiene una inflación anual que supera el 50%. Eso es más de ocho veces la de México.
Y, ¿qué están haciendo los países de la región? tratando de controlar la escalada de precios subiendo las tasas de interés, pero a la larga es una manera bastante agresiva, que también reciente el consumidor.
