En México, uno de los permisos que alguien debe pagar cuando compra un terreno o está construyendo, es el de uso de suelo. Con este trámite, se determinan las actividades que se podrán realizar al interior de un predio, ya sea para uso residencial, comercial, de esparcimiento o industrial.
Hasta ahí, todo bien; pero, ¿qué pasa si los procedimientos para obtener el uso de suelo deseado, se convierten en una oportunidad de oro (y muchos billetes) para gobiernícolas y empresarios de la construcción?
Mientras tú, ciudadano de a pie, que con esfuerzo compras un terreno o inmueble, y además absorbes los gastos y corajes burocráticos que conllevan mantener en regla la legalidad de tu propiedad, otros con la mano en la cintura y unos cuantos pesos, consiguen construir enormes torres de departamentos o centros comerciales donde no deberían.
Y es que aunada a la gentrificación que estos actos inhumanos generan, también está el desabasto de recursos como el agua. Ejemplo, si a una zona habitacional se le asignan ciertos metros cúbicos al día, con la llegada de un conjunto residencial que no debería estar ahí, la cantidad de este líquido disminuye porque, aunque se aumente un poco la ración, son más las personas concentradas.
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Entonces, ¿de qué sirve tanto trámite engorroso y tanta inversión si de cualquier manera, por más legal que trates de hacerlo, vas a terminar afectado por la ilegalidad de otros?
Y no, no te estoy incitando a hacer cosas fuera de la ley, que quede claro. Simplemente, ¿no crees que sería mejor que desapareciera el permiso de uso de suelo, al igual que otros trámites que nada más multiplican a las ratas de cuello blanco?
¡A los funcionarios no les basta con los impuestos que pagas mes con mes, ellos siempre quieren más!
¿De qué sirve el permiso para el uso de suelo si después hay corrupción?
Pero si es mucho pedir, al menos, deberían encontrar formas mucho más sofisticadas y justas para distribuir los predios, o bien designar esta tarea a instituciones como la SEMARNAT, que entre sus funciones está la de procurar un desarrollo sustentable en México, porque hasta ahora, tanto municipios como alcaldías son los que se encargan de conceder las licencias de uso de suelo.
Todo con el fin de que se ejerza la libertad de vivir, emprender o divertirse, eso sí, sin afectar a terceros ni terminar con el recurso natural, que de por sí ya está escaseando.
