Vivimos en modo fast forward, todo va rápido, todo urge… y en medio de este caos aparece un visitante no tan cool: la ansiedad.
Pero antes de entrar en pánico (justo lo que queremos evitar), hagamos una pausa:
¿Sabes realmente qué estás sintiendo?
Porque no todo lo que te incomoda es ansiedad. A veces es estrés, otras inquietud, tristeza, o simplemente estás cargando con mucho.
Aprende a diferenciar lo que pasa dentro de ti:
Aquí va un mini diccionario emocional que te puede ayudar a ponerle nombre a eso que traes cargando:
- Estrés: Está conectado con algo específico que te presiona (una entrega, un examen, una pelea).
- Inquietud: Malestar general sin saber bien por qué.
- Zozobra: Esa sensación de “algo malo viene”, sin pruebas pero con el corazón acelerado.
- Agitación: Tu cuerpo reacciona como si estuviera en modo alerta máxima.
- Tristeza: Viene cuando algo duele, se pierde o decepciona.
- Preocupación: Pensar en todo lo que puede salir mal.
- Nerviosismo: Como cuando vas a exponer, pero luego pasa. La ansiedad no se va tan fácil.
- Sobrecarga: Demasiadas tareas, responsabilidades o emociones. Te está pesando.
- Agobio: Cuando sientes que el mundo te queda encima y no sabes por dónde empezar.
Entonces… ¿Cómo sé si lo mío sí es ansiedad?
El psicólogo Rodrigo Cortés Martínez nos ayuda con esta guía express para identificar si estás frente a algo más profundo:
- Síntomas físicos raros: Palpitaciones, sudoración, temblores o dificultad para respirar.
- Preocupación constante: No puedes dejar de pensar en todo lo que puede salir mal.
- Evitas planes: Cosas que antes te gustaban, ahora te dan flojera o miedo.
- Cero concentración: Te distraes fácil, la mente va a mil.
- Problemas para dormir: No puedes conciliar el sueño o te despiertas con ansiedad.
¿Y ahora qué?
Primero que nada: no estás solo/a.
Identificar lo que sientes es el primer paso para estar mejor.
Hay recursos, ayuda profesional y muchas formas de aprender a manejar tus emociones sin que ellas te manejen a ti: Respira, Conócete, Cuida de ti.
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