Revolución Mexicana

20 de noviembre. Un aniversario más de nuestra Revolución.

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Fue en el año de 1876 cuando el general Porfirio Díaz encabezó el gobierno de nuestro país.

Durante 34 años, extendió su mandato haciendo ejercicio del poder y manteniéndose en el cargo.

Si bien es cierto que durante el mandato de Porfirio Díaz, México experimentó un notable crecimiento económico y estabilidad política; también es una realidad que el país mostró una gran desigualdad económica. Mientras unos cuantos gozaban de todas las garantías y beneficios que ofrecía el país, los sectores populares pagaron las consecuencias del Porfiriato sumiéndose en una pobreza de magnitudes alarmantes.

Durante la primera década del siglo XX estallaron varias crisis en diversas esferas de la vida nacional, crisis que reflejaban el creciente descontento de algunos sectores con el gobierno del general Díaz..

En 1906 estalló el primer conflicto obrero en Cananea, Sonora. Situación que prendió la mecha en la idea revolucionaria. Un año después, en 1907, ocurren los sangrientos sucesos de Río Blanco, Veracruz, donde trabajadores fueron reprimidos por el gobierno mediante el uso de la fuerza militar.

Para 1910, el 85% de la tierra mexicana le pertenecía a menos del 1% de la población.

Los campesinos se quedaban sin tierras y sin trabajo, sufriendo a diario los efectos del hambre y la pobreza.

Los pueblos, donde se albergaba el 51% de la población rural, contaban con tan sólo pequeñas porciones de tierra y la mayor parte de ella dependían de las haciendas vecinas. Además, las leyes y la situación nacional favorecían a los hacendados, pues eran los únicos con acceso a créditos.

La población se encontraba descontenta, la intolerancia política preparaba el camino y los acontecimientos desataron lo inevitable, una revolución que buscaba devolverle a la gente los principios básicos de tierra y libertad.

1910. El Inicio

Cuando Porfirio Díaz señaló que no buscaría la reelección, la situación comenzó a agitarse.

Francisco I. Madero realizó diversas giras en el país con la intención de formar un partido político que compitiera en las elecciones. Sin embargo el resultado de su campaña se tradujo en represión, Díaz lanzó una nueva candidatura a la presidencia y Madero fue arrestado en San Luis Potosí.

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Durante su estancia en la cárcel se llevaron a cabo las elecciones que dieron el triunfo a Don Porfirio.

Sin embargo el ambiente se encontraba sumamente agitado y las represalias por la intolerancia y la falta de democracia se tradujeron en la explosión de un movimiento armado.

Madero escapó de prisión y huyó a los Estados Unidos donde proclamó el Plan de San Luis, que llamaba a tomar las armas contra el gobierno de Díaz el 20 de noviembre de 1910.

El choque entre las fuerzas del gobierno y los revolucionarios fue algo que impactó profundamente en la población, hombres y mujeres tomaron el camino del movimiento en busca de mejores condiciones de vida.

Diferentes posturas y proyectos comenzaron a surgir, varios líderes iniciaron la lucha en sus tierras y se fueron extendiendo hasta cubrir todo el territorio nacional. Para 1911, la Revolución Mexicana era un movimiento consolidado, con luchas y pugnas políticas que se reflejaron en el campo de batalla.

Ante la fuerza que alcanzó la Revolución, Porfirio Díaz presentó su renuncia y se exilió en Francia.

Durante los años subsecuentes, la Revolución Mexicana tomaría varios caminos, muchos de ellos llenos de dolor y sufrimiento pero todos encaminados a buscar garantías para el pueblo de México.

Proceso Revolucionario

Después de estallado el movimiento armado, la Revolución Mexicana comenzó a extenderse por todo el territorio nacional, los diferentes grupos políticos lucharon sin lograr ponerse de acuerdo tras derrotar al gobierno de Porfirio Díaz. Para 1911 se realizaron nuevas elecciones en México donde Francisco I. Madero resultó electo como presidente.

Desde el comienzo de su mandato tuvo diferencias con otros líderes, que provocaron el levantamiento de Emiliano Zapata y Pascual Orozco contra el gobierno Maderista.

En 1913 un movimiento encabezado por Félix Díaz, Bernardo Reyes y Victoriano Huerta, dio un golpe de Estado. El levantamiento militar, conocido como la Decena Trágica, terminó con el asesinato de Madero, su hermano Gustavo y el vicepresidente Pino Suárez.

Huerta asumió la presidencia, lo que ocasionó la reacción de varios jefes revolucionarios como Venustiano Carranza y Francisco Villa.

Los movimientos armados brotaron de norte a sur y ante la presión, Huerta renunció a la presidencia y huyó del país. Las fuerzas armadas convocaron a la Convención de Aguascalientes para nombrar un líder único. En esa reunión Eulalio Gutiérrez fue designado presidente, Venustiano Carranza se pronunció en contra y la lucha continuó.

Después de varios años, Carranza llega a la presidencia y con él, una nueva constitución, la carta magna de 1917. Sin embargo la lucha entre facciones estaba lejos de concluir.

Los diferentes líderes seguían sin ponerse de acuerdo, y aunque todos buscaban los mismos objetivos, el conflicto no terminaba.

En los años subsecuentes fueron asesinados Zapata, Carranza, Villa y Obregón.

Y aunque no se sabe con exactitud cuando termino el movimiento revolucionario, la realidad es que la consecuencia de la lucha se ve reflejada en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, documento que expresa los ideales revolucionarios y ofrece garantías a todos los ciudadanos.

Gracias al esfuerzo de todos los que participaron en la Revolución Mexicana, hoy podemos gozar de conceptos como libertad, democracia e igualdad.

Legado Histórico

El movimiento revolucionario en México trajo consigo cambios que marcaron el rumbo de la Nación.

Según censos realizados en 1910 y 1921, alrededor de 2 millones de personas dejaron de habitar el territorio nacional. Más de un millón murieron a causa de la lucha armada; el país dejó de crecer, enfermedades y migración consolidaron esta cifra.

Sin embargo México se convirtió en un país democrático, la constitución garantizó los ideales revolucionarios y frases como “tierra y libertad” o “sufragio efectivo no reelección” cobraron su debido valor.

Para conmemorar estos hechos y el inicio de la revolución, en 1928 se realizó una carrera de relevos en la capital del país, al año siguiente un desfile en el Campo Militar de Balbuena, consolidó las celebraciones.

En el año de 1936, por decreto del Senado de la República, el festejo se hizo oficial y en 1941 el entonces presidente Manuel Ávila Camacho, por primera vez encabezó el desfile.

Pero más allá de las conmemoraciones, las consecuencias de la revolución comenzaron a tomar forma años después. Los sistemas de educación y salud pública, las disposiciones de preservación de la soberanía, las leyes laborales y el Estado laico, entre otros valores, fueron el legado del movimiento.

A más de 100 años del inicio de la revolución, las grandes transformaciones así como importantes avances democráticos son palpables, el desarrollo y progreso ha sido un trabajo consolidado por todas las fuerzas políticas y basado en el esfuerzo ciudadano, sin embargo, la lucha contra la desigualdad y la pobreza es un tema que todavía cala.

El campo dejó de ser el motor de la economía, el desempleo ocasiono la migración de millones de mexicanos; algunos ejidos y comunas se han transformado en intereses personales.

Como entonces, los indígenas siguen siendo excluidos. Los contrastes sociales son lacerantes y la dependencia política ante intereses económicos parece defraudar los ideales revolucionarios.

Es trabajo de todos los mexicanos consolidar esta nación.

Es obligación de todos nosotros respetar y dignificar los ideales que en 1910 iniciaron un movimiento que transformo a México.

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