Tyson Fury: De los excesos a ser el rey de los pesos completos

Tyson Fury pasó del cielo al infierno tras dejar los vicios para volver a lo más alto de los pesos completos y del boxeo.

Rubén Ramos
Box Azteca
TYSON FURY
Getty Images
Tyson Fury

El boxeo puede ser el escenario indicado para exorcizar los demonios interiores. Eso lo sabe Tyson Fury, quién pasó del cielo al infierno de la noche a la mañana y que tuvo que hacer un cambio de 360° en su vida para salir de los vicios y excesos que lo tuvieron cerca de la muerte en 2016.

El apodado Gypsy King tuvo uno de esos días sin motivación y sin deseos de vivir en junio de aquel año, cuando creía que debía terminar con su vida. Esto siete meses después de consagrarse campeón lineal de los pesos pesados frente a Wladimir Klitshko.

“Mi existencia no tenía sentido, quería terminar con mi dolor. Me di cuenta que era el momento de dejar atrás esta tortura. Nada me importaba, nada importaba”, fueron las palabras del británico en su libre “Behind the Mask: My Autobiography” publicado en noviembre de 2019.

Fury aceleró sin destino y fue con el rugido del motor de su Cavallino Rampante a 260 kilómetros por hora que iban a terminar con su vida, sin importar las consecuencias. Pero en último rayo de lucidéz abrazó a Tyson y le devolvió la conciencia: “¡No! ¡Frená! ¡Pensá en tus hijos!”. Tyson automáticamente encauzó su volante, levantó el pie del acelerador, volvió a casa y pidió ayuda.

Fue diagnosticado con trastorno bipolar y desorden obsesivo compulsivo, dejó de pelear y perdió todos sus títulos sin subirse al ring. Pero la vida continuó para un boxeador al cual la vida brindó una segunda oportunidad. Su vida ha sido de dramas y golpes bajos. Nació tres meses prematuro el 12 de agosto de 1988 en una clínica de Manchester. Su madre Amber, perdió diez embarazos y pudo dar a luz a cuatro hijos, uno de ellos de medio kilo. Su padre John recibió un pronóstico pesimista sobre sus posibilidades de vivir: Una en cien. Como buen luchador, lo llamaron Tyson en nombre de Iron Mike, una luz de esperanza y esfuerzo.

Fury resurgió cual Ave Fénix

En diciembre de 2018, seis meses después de su regreso tras los problemas existenciales, enfrentó a Deontay Wilder en el Staples Center de Los Ángeles. Nadie sabe un peso por él, muchos menos confiar en un peleador que había pasado casi tres años sin entrenar, deprimido, engordando hasta superar los 180 kilos, bebiendo y aspirando cocaína. Dos peleas después, tiene récord de un empate y otra triunfo ante el llamado “Bombardero de Bronce” y este fin de semana es amplio favorito para mantener su título del CMB.

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Así fue como Fury sobrevivió, a base de furia como su nombre lo dice y obviamente su gran carisma que lo hace todo un “showman” del pugilismo. Hoy está ante la posibilidad de seguir escalando en lo más alto del boxeo (con futuras peleas ante Anthony Joshua o Oleksandr Usyk para unificar la división) y de la vida. “El Gypsy King vuelve de la muerte”.

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