La presencia de Cristiano Ronaldo en la Casa Blanca encendió los reflectores del mundo deportivo y político. El astro portugués, figura global y símbolo del proyecto futbolístico saudí, acompañó al príncipe heredero Mohammed bin Salman durante una cena oficial organizada por el presidente Donald Trump, un evento que combinó poder, diplomacia y espectáculo.
Ronaldo, que sigue siendo uno de los atletas más influyentes del planeta, se sentó cerca de los invitados principales, compartiendo mesa con personalidades como Tim Cook y Elon Musk. Trump incluso destacó públicamente su presencia y reveló que su hijo Barron, de 19 años, cumplió el sueño de conocer a su ídolo.
Una visita estratégica con impacto político y deportivo
Cristiano no acudió a Estados Unidos en un viaje cualquiera. Su visita, según fuentes de Washington, formó parte de la comitiva saudí en un momento clave para las relaciones bilaterales. Es la primera vez que el príncipe visita la Casa Blanca desde la crisis diplomática de 2018, y la presencia de Ronaldo, figura del Al-Nassr —club financiado por el fondo soberano saudí— reforzó el mensaje político.
El luso firmó una extensión con Al-Nassr este verano y continúa siendo la pieza más visible en la estrategia saudí de expansión deportiva, un rol que lo convierte en embajador natural del país en escenarios internacionales.
Pero además, su paso por Washington marcó su primera visita a Estados Unidos desde 2014, cuando aún jugaba con el Real Madrid.
Posible regreso a jugar en EE.UU. y camino al Mundial 2026
La estadía de Cristiano en Estados Unidos coincidió con otro anuncio de alto impacto: Portugal y Estados Unidos ultiman detalles para un amistoso en marzo de 2026 en el Mercedes-Benz Stadium de Atlanta, lo que abriría la puerta para ver a CR7 nuevamente en una cancha norteamericana tras casi 12 años.
Además, Cristiano se prepara para disputar su sexta Copa del Mundo, un récord absoluto en el fútbol masculino. Sin embargo, podría perderse el debut de Portugal en junio tras recibir la primera tarjeta roja de su carrera internacional.
La influencia del portugués también se siente fuera del campo. Fue una de las caras que impulsó la candidatura de Arabia Saudita al Mundial 2034, asegurando que sería “la mejor Copa del Mundo de la historia”.
