Una alarmante situación se desarrolla en Corea del Sur, donde aproximadamente medio millón de perros se encuentran en riesgo de ser sacrificados si no logran ser reubicados en hogares adoptivos antes del año 2027.
Este dramático escenario surge a raíz de la reciente prohibición del consumo de carne de perro en el país, una práctica con profundas raíces históricas y culturales que ahora ha sido declarada ilegal por la legislación. Los criaderos de estos animales, por su parte, enfrentan penas de hasta dos años de prisión si no cumplen con la reubicación de los perros.
Medio millón de perros en riesgo de sacrificio por prohibición
El consumo de carne de perro ha sido una práctica ancestral en Corea del Sur. Sin embargo, con el paso del tiempo, ha habido un creciente reconocimiento sobre las implicaciones éticas y sanitarias asociadas a esta tradición.
Más allá de las consideraciones morales sobre la vida de los animales, existen riesgos significativos para la salud humana relacionados con el consumo de esta carne. Se ha señalado la posibilidad de contraer enfermedades graves como el cólera y la rabia, lo que subraya la seriedad del riesgo que representa esta práctica.
Ante esta coyuntura, se ha generado un debate en la opinión pública sobre la disposición de las personas a consumir carne de perro. Al preguntar a la gente, las reacciones varían.
Debate público sobre la ética y salud del consumo de carne de perro en Corea del Sur
Algunos se muestran renuentes a probarla, con comentarios como “para nada” o “en ningún caso”, mientras que otros, como Alexis, expresaron que su decisión dependería de las condiciones de crianza del animal. No obstante, la mayoría de las opiniones recogen una preocupación generalizada por la salubridad y la ética detrás de esta práctica.
Muchos entrevistados manifestaron su rechazo por considerar que el consumo de carne de perro es inhumano. Argumentan que no serían empáticos con estos seres, a quienes ven como “una creación que merece vivir”, y que no se sienten con el derecho a decidir sobre la vida de un animal para el consumo.
Además, existe una preocupación latente por el riesgo de contraer enfermedades desconocidas a través de su ingesta, reforzando la idea de que no es una carne adecuada para el consumo humano. Esta perspectiva subraya la tensión entre las costumbres tradicionales y las nuevas sensibilidades sobre el bienestar animal y la salud pública.
