Michoacán vive días oscuros. La más reciente víctima de la creciente ola de violencia es Martha Laura Mendoza, presidenta municipal de Tepalcatepec, asesinada junto a su esposo a las puertas de su casa. El crimen ocurrió en pleno centro del municipio, cuando sujetos armados descendieron de un vehículo y abrieron fuego sin mediar palabra.
Este ataque no fue un hecho aislado. Apenas el pasado 5 de junio, el alcalde de Tacámbaro fue ejecutado a pocos metros de su domicilio. En lo que va de la administración del gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, ya suman seis alcaldes asesinados, convirtiendo a Michoacán en un territorio hostil incluso para sus propios gobernantes.
Balaceras, ataques y policías abatidos en plena jornada
En Tingüindín, hombres armados ingresaron directamente a la presidencia municipal y dispararon contra elementos policiales, dejando a uno muerto y otro más herido. Los agresores huyeron sin ser detenidos.
Mientras tanto, en Apatzingán, personal de la Fiscalía fue emboscado por presuntos criminales cuando realizaban patrullajes preventivos. La zona ya venía arrastrando una crisis de seguridad tras múltiples cierres de negocios debido a amenazas y extorsiones por parte de células delictivas.
Minas artesanales: el nuevo terror en los caminos
Pero los ataques no sólo se limitan a disparos o emboscadas. El pasado 27 de mayo, en el municipio de Los Reyes, una mina artesanal acabó con la vida de ocho militares. Con este hecho, ya son 16 personas fallecidas y 3 heridas por explosivos improvisados en 2025, una táctica que ha vuelto aún más peligroso el libre tránsito por la entidad.
La violencia avanza, mientras el gobierno prioriza obras
Aunque el estado atraviesa una de las crisis de seguridad más complejas de los últimos años, el gobierno estatal parece enfocado en obras de infraestructura como teleféricos, libramientos y distribuidores viales. Esto, mientras se acumulan 533 homicidios dolosos en lo que va del año, según datos del Secretariado Ejecutivo de Seguridad Pública.
La cifra equivale a un promedio de 88 asesinatos por mes, en un territorio donde la violencia ha dejado de distinguir entre autoridades, ciudadanos o militares.
