Hace una semana, Perú era goleado 5-0 por Brasil. Dependía de un milagro para pasar a la siguiente ronda, ya que dependía de resultados de otros grupos para ser de los últimos ocho de Copa América. Siete días después, extraordinariamente, están en los últimos cuatro.
La vida da muchas vueltas, Pedro Gallese, fue el villano ante los brasileños y ahora es el héroe. Su atajada aLuis Suárez fue el momento decisivo en el tiroteo, eliminando a Uruguay y enviando a Perú a las semifinales.
El progreso de Perú es una prueba de que la Copa América puede ser una competencia complicada, pero que no hay nada escrito. Han jugado cuatro veces, y solo han marcado ante Bolivia. En sus últimos dos juegos ni siquiera han tenido un buen accionar ofensivo. Pero ahora pueden reivindicarse en la semifinal del miércoles ante Chile.
La lesión de Jefferson Farfán probablemente fue lo que Perú necesitaba para cambiar en el torneo. Con la ausencia del atacante, Paolo Guerrero el equipo comenzó a aprovechar además de su habilidad para filtrar el balón, su capacidad goleadora. Guerrero se movió hacia la izquierda, el talentoso mediocampista y creador de juego, Cristian Cueva se movió hacia la izquierda, incluso el extremo derecho Andre Carrillo fue punzante por izquierda. Una nueva forma de mantener ocupado al equipo completo.
A Perú parece no incomodarle jugar al contragolpe, tomar el papel de víctima es su estado ideal y lo que resta de la Copa América ese será su lugar. La responsabilidad siempre caerá en el rival, ellos tendrán mucho que ganar y nada que perder. El caballo negro de Copa América tiene nombre y se llama Perú. Un equipo que revivió de la muerte para colocarse a un juego de la final.
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